Madrid, 16 de octubre de 2012. AP.- Una celebración de cumpleaños, un homenaje a los mayores, una reivindicación del cava de larga crianza y un festival para los sentidos. La familia Mata celebró ayer el primer medio siglo de uno de sus cavas más especiales, el Reserva Particular de Recaredo, en una fiesta que reunió a un numeroso grupo de amigos en torno a media docena de viejos cavas, que estuvieron acompañados del virtuosismo al piano del cubano Omar Sosa, del verbo cada vez más florido de Josep Roca y de los sofisticados bocaditos de Celler Can Roca.
Ton Mata, tercer generación al frente de la bodega familiar, explicó el origen del Reserva Particular de Recaredo, un cava que era realmente para uso privado y fue elaborado por vez primera en 1962 por su abuelo, Josep Mata Capellades, el fundador de la cava. Su discurso se convirtió en un homenaje al abuelo, que puso en marcha la bodega en 1924, y también a la segunda generación de la familia, Josep i Antoni Mata Casanovas, actuales titulares de la empresa.
Fue también una reivindicación de la capacidad de envejecimiento del cava, demostrada durante la cata, y de fidelidad a los principios de la cava Recaredo. La especialización en cavas brut nature, en los gran reserva o en procesos como la intervención de la barrica de roble en los vinos base, el uso de tapón de corcho en la larga permanencia de los cavas en rima o los procedimientos artesanales en todo el proceso (removido a mano, degüelle manual sin congelación de las lías), que se unen a la aplicación de principios de agricultura sostenible en sus viñedos y una filosofía de calidad a rajatabla que configuran una de las casas grandes del cava.
El acto central fue una cata de seis viejos cavas, comentada por Josep Roca y amenizada por Omar Sosa, en la que participaron un nutrido y variado elenco de invitados, entre los que había figuras del deporte, como Txiki Beguiristain o Andrés Giménez; bodegueros, como Juan Carlos López de la Calle o René Barbier, distribuidores, como Quim Vila o Toni Falgueras, sumilleres, hosteleros y periodistas especializados llegados de diferentes puntos de España.
La cata se abrió con un Reserva Particular de Recaredo ’01, tal vez el único del que se puede encontrar alguna botella en el mercado, un cava rotundo, complejo y potente, desarrollado pero vivaz, todavía con recuerdos frutales en sus aroma y con mucho nervio en la boca.
Con una madurez más acusada, superior a lo que cabe esperar con sólo dos años más de vejez acumulada, el Reserva Particular de Recaredo ’99 apareció complejo y elegante, aunque luego los aromas se apagaron un tanto con la oxigenación, y con un paso de boca muy suave y maduro. El tercero, Reserva Particular de Recaredo ’96, fue uno de los triunfadores; delicado y sutil, complejo y muy fresco, es un cava importante al que los 184 meses de permanencia en rima no han restado frescura.
El paso del tiempo sí se deja ver ya en los dos siguientes, correspondientes a las cosechas ’93 y ’91. Mejor el primero, desarrollado pero no fatigado, muy grande en los aromas y que curiosamente se vio favorecido en el paso de boca con el paso de unos minutos de oxigenación. El ’91 sí daba ya síntomas de fatiga, con notas de frutos secos en los aromas (y un curioso recuerdo de yodo) y algo afilado, con la acidez despegada en el paso de boca.
El fino de fiesta, fue, como corresponde, apoteósico. Se cataron algunas de las últimas botellas que guardan los Mata en su enoteca privada de del Reserva Particular de Recaredo ’84, cava de una de las cosechas más recordadas en la zona por su buena acidez y vitalidad. Y lo demostraba en un espumoso muy grande, con mucho carácter y bien evolucionado que sigue vivo después de más de 27 años de crianza en rima. Ton Mata aprovechó para ampliar el homenaje a su abuelo, que fue quien elaboró el cava, y para reivindicar un lugar para los cavas entre los grandes espumosos de larga crianza del mundo.
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