Madrid, 25 de julio de 2017 MS. – Cuando en el seno del Consejo Regulador continuaba el debate sobre qué nuevas figuras podían aprobar para definir sus vinos, la Asociación de Bodegas Familiares (ABF) insistía en la necesidad de aprobar nuevas categorías, y organizaba una cata de vinos de pueblo con la que pretendía demostrar las muchas diferencias que pueden darse en función del municipio, o la comarca, en que se encuentre el viñedo. Y es que en todo este tiempo de discusión y tiras y aflojas en el seno de la denominación riojana, esta organización ha sido la principal promotora de los vinos de pueblo, a pesar del limitado poder que tiene en el pleno del Consejo, y razón a la que respondía la original iniciativa.
Dirigida por Juancho Asenjo, destacado profesional del sector, con la cata se ponía en valor el poder distinguir los vinos por orígenes geográficos menores, superando y ampliando las categorías clásicas de crianza, reserva y gran reserva que, como se viene demostrando, se han revelado insuficientes e injustas para muchos vinos.
La ABF miraba hacia los vinos de municipio que desde hace años se desarrollan en Borgoña y Piamonte, lo que ha inspirado sus aspiraciones. Asenjo hablaba de que los pagos más antiguos del mundo (siglo Xi y XII) se localizan en Borgoña, plantados todos por monjes cistercienses, y todos sus vinos incluyen el nombre del viñedo del que procede, al igual que sucede con los del Piamonte. Por el contrario, contaba, en Rioja, en la segunda mitad del siglo XIX ya se hacían vinos de municipio, aunque en su localización se primaba el lugar en el que se encontraba la bodega (“donde se elaboraban”) y no la viña. Ahora, esta situación comienza a cambiar y esta Asociación busca su protagonismo en la aprobación de esas nuevas categorías al ser uno de sus promotores, porque, como defiende su presidente, Eduardo Hernáiz, la diversidad es el gran valor que Rioja tiene que empezar a mostrar fuera de nuestras fronteras. En coherencia con esto, para la cata utilizaron el mapa de comarcas propuesto por el enólogo Luis Hidalgo, en el que el valle del Ebro se acompaña de los que crean sus afluentes, y a partir de aquí se presentaron quince vinos (sin identificar) procedentes de esas distintas áreas riojanas con la intención de concentrar la atención en los terruños que caracterizan a cada una de ellas.
En ese momento, se ultimaba en el Consejo Regulador la aprobación de las nuevas categorías de “Viñedos singulares” y Vinos de pueblo”. Una regulación ahora ya aprobada para identificar la procedencia de vinos de ‘viñedos singulares’ y la elaboración de espumosos de máxima calidad. Era una demanda del mercado pero sobre todo una necesidad de nuevos argumentos que pongan en valor la calidad de muchas de las elaboraciones riojanas. Información adicional en las etiquetas vinculada directamente al terruño y al origen para diferenciar el viñedo de un paraje concreto.
Entre los requisitos para poder incluir esta mención están la obligación de justificar, técnicamente, la delimitación natural de ese ‘viñedo singular’, que responderá a una titularidad prolongada en el tiempo, cuya edad debe superar los 35 años, y cuyos rendimientos serán más de un 20% inferiores a los autorizados para el conjunto de la denominación. Un viñedo, además, de vigor limitado para el que exigirán vendimia manual y trazabilidad de la producción, con control previo, así como doble evaluación cualitativa (la calificación inicial y otra valoración previa a la salida al mercado), que en el último caso deberá ser ‘excelente’. Junto a esto, el Consejo asegura que a continuación abordarán, de manera inminente, la mención de subzonas y municipios en el etiquetado.
La otra novedad es que Rioja va a comenzar a amparar vinos espumosos blancos y rosados, de calidad, añaden, elaborados por el método tradicional y para los que permitirán utilizar todas las variedades. Su graduación quedará limitada a los 11 -13º en producto terminado, y con 15 meses mínimo para la segunda fermentación, que se eleva a 36 cuando se trate de vinos de alta gama.
Recordemos que antes de esta nueva regulación habían sido revisados los requisitos para el etiquetado de reserva y gran reserva, además de aprobarse la elaboración de blancos monovarietales a partir de cualquiera de las variedades autorizadas.
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