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Didier Belondrade y Marta Baquerizo

3 de marzo de 2009

“Nunca he pretendido hacer el mejor vino del mundo ni el mejor vino de Rueda sino el mejor vino posible”. “Me mueven la pasión por España y por el Verdejo, que descubrí en 1993 y me sedujo”. Son algunas de las más llamativas afirmaciones de Didier Belondrade, el creador del rueda Belondrade y Lurton, el de la etiqueta butano, que el pasado 26 de febrero celebró su decimoquinto aniversario con una cata única: ocho cosechas, desde ’00 hasta ’07, de su vino, uno de los pioneros de la fermentación en barrica de la uva Verdejo, embotellado en el formato jeroboam o doble mágnum (botellas de tres litros). La cata, irrepetible por la escasez de botellas de ese tamaño, tuvo lugar en el restaurante Kabuki, de Madrid, y congregó a 35 periodistas especializados.

Se pudo comprobar la buena respuesta de la mayor parte de las cosechas de ese vino singular con la difícil cocina japonesa de los pescados crudos, los condimentos exóticos y las salsas aromáticas. También se pusieron en evidencia las fases por las que ha pasado el blanco Belondrade & Lurton en este siglo, con saltos llamativos entre las cosechas ’01 y ’02 y las siguientes y otro cambio verificado en ’06 y ’07, con vinos más frescos no sólo por su menor evolución sino también por su propio perfil. Entre todos destacó un extraordinario ’04, seguido de cerca por el ’05.

El Belondrade y Lurton ’04 evidencia una mayor proyección de futuro incluso que los de cosechas posteriores. Es un vino complejo y muy bien ensamblado, favorecido probablemente por su permanencia en botella de talla grande, pero con una extraordinaria riqueza aromática y una excelente ensambladura en la boca. Aún deja ver la madera, sobre todo en los aromas de boca, pero no molesta.

.comLas instalaciones de Belondrade y Lurton en La Seca

Mejor los más jóvenes

Algo más moderado en sus expresiones, el Belondrade y Lurton ’05 agradeció la oxigenación para despejar algunos tonos de cierta evolución, que fueron envueltos con el paso de los minutos por notas ahumadas, lácteas y de frutas blancas confitadas muy finas. El paso de boca, cremoso y algo justo de acidez, evidenció que el vino está ya aparentemente en la cima de su evolución.

Los vinos más recientes, de las cosechas ’06 y ’07, que son el que está ahora en el mercado y el próximo en llegar, parecen marcar un cierto cambio de estilo, con las maderas mucho mejor engarzadas que en las cosechas precedentes, a pesar de que el plazo de envejecimiento en roble, en torno a 10 meses, es el mismo en toda la serie. Destacó el ’07, amplio en los aromas y con mucha garra en la boca, a pesar de estar justo de acidez.

Los dos vinos más viejos, Belondrade y Lurton ’00 y ’01, han llegado bastante fatigados a esta etapa de su evolución, lo mismo que el ’02, algo caído en la nariz y en la boca, como si ya estuviera en retirada. Sin embargo, el ’03, cosecha cálida y en teoría menos favorable, estuvo delicado en la nariz, con gran finura aunque no mucha potencia, y muy pulido aunque ligeramente cálido en un paso de boca sedoso, fluido y con un ligero apunte licoroso.

Con su habitual vitalidad y simpatía, Didier Belondrade presentó una cata de riesgo que vino a reforzar las dudas que despiertan los vinos blancos de Rueda en lo que tiene que ver con su longevidad. A pesar de su envasado en botellas grandes, de tres litros, se vio que vinos de menos de diez años llegaban en condiciones que parecen evidenciar una situación límite en su evolución.

No obstante, la propia botella jeroboam puede ser motivo de duda, no por su tamaño, en teoría más que adecuado para una lenta evolución del contenido, sino por la calidad de los tapones, que en esas botellas de talla grande han de ser de mayor tamaño y su producción no es sencilla. Por el contrario, las botellas de 75 y 150 centilitros, las más habituales, se cierran con el mismo tamaño de corcho, de medidas convencionales.

.comLas cosechas de Belondrade y Lurton del siglo XXI en jeroboam

Quince años de innovación

Didier Belondrade fundó su bodega en 1994 con el objetivo de descubrir el potencial de envejecimiento de los vinos de Verdejo a través de la aplicación de técnicas borgoñesas de elaboración y crianza. Fue uno de los pioneros de la fermentación en barrica en la DO Rueda y su blanco Belondrade y Lurton (uno de los tres que elabora; los otros dos llevan el nombre de dos de sus hijas, Apolonia y Clarisa) es uno de los iconos de modernidad de la zona para muchos restaurantes y para una parte de la prensa especializada.

Como otros muchos en la zona, inició su andadura en instalaciones alquiladas hasta que en la cosecha ’00 estrenó su propia bodega en La Seca, una singular construcción obra del arquitecto francés Vicent Dufos du Rau situada en una de las 19 parcelas de viñedo que explota. El terruño, la uva Verdejo y la formación de un sólido equipo, con la enóloga Marta Baquerizo al frente de la elaboración desde el primer momento, son algunas de las claves del trabajo de este francés apasionado con España.