Fecha publicación:Octubre de 2003
Medio: La nueva vanguardia de Rioja
Para unos son el retorno de los grandes riojas de antaño, para otros una renovación acelerada de los viejos esquemas. Los nuevos riojas han revolucionado la vanguardia de la principal zona productora de vinos tintos españoles.
Aunque sigue llevando la imagen del rioja de toda la vida y aún supone la mayor parte de los más de 300 millones de botellas de vino que la D.O.C. Rioja vende al año, el estilo de vino que la mayor parte de los consumidores identifican como rioja ha sido desplazado de la elite de calidad de esa zona. La crítica, tanto nacional como internacional, y los consumidores más inquietos valoran un vino de perfil más actual.
Son los riojas de vanguardia, que han conseguido una repercusión en los mercados internacionales nunca vista hasta ahora. Los vinos más cotizados y con mejores críticas de la actual D.O.C. Rioja son marcas con menos de diez años en el mercado. La cima del vino español se ha renovado casi por completo en los últimos quince años y Rioja no ha sido ajena a ese cambio, aunque a decir verdad llegó con cierto retraso.
Los cambios son lentos en zonas de la dimensión de Rioja, pero ya se perciben sutiles modificaciones en el estilo de las gamas medias de vinos e incluso en algunas marcas de los segmentos más populares. Ese proceso es la reacción de una zona grande ante la “amenaza” de vinos emergentes que le restaron protagonismo en el segmento alto del mercado. Y no es el primer cambio que se experimenta en una zona donde las revoluciones son pausadas, como corresponde a los nombres grandes del vino, y no son absolutas: se siguen elaborando vinos de todos los estilos por la simple razón de que siguen teniendo clientela.
El “vino fino” de Rioja
El vino de Rioja, líder indiscutible en España, llegó a los años ochenta un tanto fatigado después de una centuria en lo más alto del podio de la calidad y del prestigio. Aún hoy se identifica como el rioja típico y auténtico ese vino más bien ligero, muy marcado por la larga crianza en barrica que daba lugar a vinos de aroma característico (vainillas, madera, cuero) y paso de boca muy pulido, de trago largo. Salvo contadas excepciones, eran vinos que no triunfaban en los ámbitos internacionales decisivos, aunque arrollaban en España.
Ese perfil del tinto de Rioja se había impuesto a partir de los años setenta, cuando el rioja, prácticamente la única zona que contaban con un número suficiente de marcas de vino embotellado, se convirtió en el vino de los domingos de la España que a diario bebía los vinos de botella de seis estrellas. Esos consumidores que ya podían permitirse algún lujo encontraron el rioja prácticamente como único opción y asimilaron rápidamente sus rasgos como modelo de vino de calidad.
Era la personalidad de lo que a finales del siglo XIX se conoció como “vino fino de Rioja”, es decir el vino madurado en la barrica y el botellero, en contraposición con las elaboraciones más tradicionales, los tintos de cosechero, vinos del año que se vendían a granel o en garrafones y que, lógicamente, serían los “vinos bastos”. El problema es que, ante el éxito de los “vinos finos”, se dieron los excesos previsibles y a partir de los años setenta del siglo XX los “finos” se convirtieron en delgados y en muchos casos en esqueléticos: armazón de madera y poco más.
Como, a pesar de todo, seguían triunfando en el mercado interno (y siguen), las bodegas se acomodaron y no supieron ver que el vino iba por otros derroteros, no sólo en el mercado internacional, con la llegada de los vinos del Nuevo Mundo (que, por cierto, imitaban o intentaban imitar a las grades zonas de Francia, en especial a Burdeos), sino también con la aparición de nuevas zonas en España, como la emergente Ribera del Duero o, en los primeros años noventa, la sorpresiva Priorato.
Tintos con carácter
Los nuevos tiempos traían tintos potentes, con más carácter que el rioja típico. La fulgurante ascensión de la D.O. Ribera del Duero en los últimos años ochenta y primeros noventa era una buen prueba de ello y eran vinos del nuevo estilo, con color, con cuerpo, con volumen y casta y con protagonismo de las sensaciones frutales. La fruta se imponía a la madera, la viña empezaba a pesar más que la bodega.
El hecho de que después buena parte de los tintos de la Ribera del Duero hayan virado hacia parámetros más comerciales (maderas, cuerpos más ligeros) no contradice la tendencia general, refrendada por la permanencia de las grandes marcas ribereñas (y algunas, pocas, nuevas) y por el surgimiento de nuevas zonas de calidad. Primero, Priorato, que entró con estruendo en el panorama del tinto de alta gama en los primeros noventa; luego, Jumilla, los más modernos tintos del Somontano, las vanguardias de muchas otras zonas y, finalmente, la actual eclosión de Toro.
Todas esas novedades van en el mismo sentido, con vinos más frutales, más corpóreos y con más carácter. Son tintos de trago corto que, no obstante, se alejan también del perfil del vino-piedra que impuso la afortunadamente pasajera oleada de los vinos de Cabernet Sauvignon, cuyos olores de pimiento verde y duros taninos vegetales se vendían como típicos de la variedad cuando en realidad son típicos de uvas inmaduras.
A la hora en la que se imponen esas nuevas tendencias, Rioja ya está otra vez en su posición de vanguardia. Durante un cierto periodo de tiempo, las bodegas riojanas miraban con desdén hacia las zonas emergentes. Calificaban de “fantasías” las escasas producciones de muchas de las bodegas y marcas que sonaban y contraponían sus producciones y comercializaciones, millonarias en número de botellas. Sin embargo, había dos datos que preocupaban: envidiaban las elevadas cotizaciones de los ribera (ahora de nuevo por debajo de las de Rioja) y priorato, impensables en un vino de Rioja, y, sobre todo, su posicionamiento en las listas de los mejores vinos publicadas en la prensa especializada nacional e internacional.
Rioja reaccionó con la contundencia de un campeón. Cuenta con viñas, con tradición y cultura vinícolas y con preparación en toda la cadena humana del vino, desde agricultores sensatos hasta enólogos valiosos, pasando toda la importante gama intermedia de personal de bodega. Pero sobre todo, cuenta con una vanguardia de enólogos de primera magnitud, auténticos creadores que han restituido al rioja de alta gama a su posición de privilegio en el podio de los mejores.
Nombres como Francisco Hurtado de Amézaga, que dio el pistoletazo de salida en muchos sentidos, precios incluidos, con su Barón de Chirel, o Miguel Ángel de Gregorio, que abrió también camino con aquel sorprendente Dominio de Conté y hoy elabora Calvario y Aurus, el mejor tinto español, fueron la vanguardia de un proceso que contó con un cierto antecedente en los Contino de la primera mitad de los ochenta y que ha ido sumando nombres muy importantes: Juan Carlos López de la Calle y su colección de Artadi, la familia Muga y su tercera vía entre tradición y modernidad, el inquieto Fernando Remírez de Ganuza, la sólida trayectoria de los cada vez más numerosos grandes tintos de Marcos Eguren y su familia, Gonzalo Rodríguez en sus dos etapas (cooperativa de Labastida y Barón de Ley) y en sus asesorías (Solabal o el excelente Valserrano Finca Monteviejo), Juan Luis Cañas con sus Amaren o el nuevo Hiru, los Martínez Bujanda con su Finca Valpiedra, el tinto Dalmau de Bodegas Marqués de Murrieta, la gama de Vallobera o los sensacionales y muy recientes Pujanza Norte, Contador o Valenciso.
Todos ellos han aparecido en una fase muy cercana de la trayectoria de Rioja pero han creado una dinámica a la que se han unido algunas de las firmas de toda la vida. Cabe destacar la renovación del histórico Marqués de Murrieta de la mano de María Vargas y Vicente Dalmau Cebrián, o la tímida puesta al día de Bodegas Bilbaínas, con Pepe Hidalgo y su personal tinto La Vicalanda. También caben en este capítulo las nuevas gamas de vinos lanzadas por clásicos como Marqués de Cáceres (Gaudium y el reciente MC), Lan (Culmen o el nuevo Lan ’01) o Bodegas Olarra (Summa Añares).
Un perfil diferente
Son propuestas de corte moderno en una zona en la que las viejas tendencias nunca desaparecen del todo, sino que se van estratificando y conviven con las nuevas configurando una oferta vinícola tan rica en matices que no es posible hablar de tipicidad en sentido estricto. No falta quien reivindica esta nueva tendencia como una vuelta a las formas de hacer antiguas, a los vinos estructurados y poderosos que aún se pueden probar en los calados de las bodegas más viejas.
Eran vinos que vivían perfectamente más de diez y más de veinte años y, dicen los que lo recuerdan, que se embotellaban con el color, el cuerpo y la energía de los actuales pero que se comercializaban más tarde, cuando la crianza había hecho su trabajo. Son los mismos que siembran dudas sobre la longevidad de los actuales, en cuya elaboración y crianza se han introducido notables variaciones con respecto a los viejos modos de hacer.
En los tintos modernos se mira al viñedo, donde se perfilan ya una características determinadas del fruto en función del vino que se quiere elaborar, mientras que la doctrina vieja consideraba al viñedo casi como algo accidental. Los enólogos antiguos empezaban a trabajar en la bodega, cuando entraba la uva, mientras que los actuales viven durante todo el año en la viña, definen sistemas de cultivo, deciden la producción, generalmente corta para obtener vinos más concentrados, y la fecha de vendimia, generalmente tardía, afrontando riesgos para conseguir vinos más redondos.
En el proceso de elaboración se aplican las modernas técnicas y se aprovechan los conocimientos actuales (trabajo con las lías, temperaturas de fermentación, maceraciones, intervención del oxígeno). En la crianza prácticamente ha desaparecido el periodo previo de permanencia de los vinos en depósito, que se hacía para que ciertos procesos de precipitación (de materia colorante, de ciertos ácidos) tuvieran lugar ahí y no en la fase de crianza en madera, alargando así la vida útil de las barricas (se hacía para ahorrar en barrica y no, como ha escrito algún ilustre, para quitar al vino carácter frutal; la pérdida de esos aromas de la uva era un efecto secundario y no un objetivo).
La barrica es protagonista también en los vinos nuevos. Los enólogos actuales apuestan por las barricas nuevas y el roble francés y juegan con las características que da a sus envases cada tonelero; se realizan catas de vinos en diferentes maderas para decidir qué tonelero le da al vino el toque que pide el enólogo. Enfrente, la tesis antigua prefiere el roble americano, con sus característicos recuerdos de vainilla y coco, y la barrica usada: maderas curtidas, dicen los clásicos, para evitar sensaciones de roble nuevo, lo que no impide que las largas crianzas hagan que la madera domine.
Sus críticos acusan a los vinos de nuevo estilo de ser demasiado concentrados, ampulosos y casi de masticar, frente a los viejos “vinos finos”, suaves y de trago largo. También siembran dudas sobre la longevidad de unos vinos que suelen salir al mercado bastante blandos frente a la notable acidez de los clásicos; en realidad esa acidez, unida a la larga permanencia en barrica, solía dar vinos embalsamados, que vivían largo tiempo simplemente porque no evolucionaban. La cuestión sólo se dilucidará con el paso del tiempo, pero los enólogos de la vanguardia no buscan hacer vinos para guardar sino de consumo a más corto plazo, aunque sin caer en tintos efímeros.
En el momento actual, los criterios de esa vanguardia se van filtrando hacia las gamas más convencionales de las bodegas, lo que hace pensar que se asiste a un cambio de tendencia y no a una moda pasajera. Eso también lo dirá el tiempo.
La nueva vanguardia de Rioja
Alba de Bretón ‘98
Bodegas Bretón Criadores
PVP: 33 €
Es uno de las más conspicuos representantes de la vía amable. Sale al mercado bien desarrollado, maduro pero no agotado. Aromas complejos con marcado rasgo de uva bien madura, con cuerpo y sólido esqueleto tánico, sabroso, viva acidez, amplio.
Amaren ‘99
Bodegas Luis Cañas
PVP: 35 €
Una de las estrellas de una clásica bodega de cosechero reconvertida y situada entre los más grandes. Mano de piedra en guante de terciopelo. Su elegancia en aromas y su paso de boca redondo no ocultan un extraordinario vigor y consistencia; equilibrado y vivo.
Artadi Grandes Añadas ‘01
Cosecheros Alaveses
PVP: 135 €
Prototipo del gran tinto de guardar, con mejor futuro que presente. Aroma concentrado de fruta y de buenas maderas. Poderoso en la boca, con mucho de todo (cuerpo, grado, acidez, taninos) pero con buen equilibrio, sabroso, falto de pulido pero con gran altura.
Aurus ‘01
Finca Allende
PVP: 95 €
Es la cima del tinto español. Un alarde de equilibrio en un tinto concentrado y poderoso, de profundo, complejo y elegante aroma y perfecto equilibrio en la boca, con la poco frecuente doble virtud de grandeza actual y previsible larga vida (más de 15 años).
Barón de Chirel ‘96
Vinos de los Herederos del Marqués de Riscal
PVP: 50 €
Un hito en la historia moderna de la D.O.C. Rioja que rompió moldes en muchos aspectos (estructura, precio, variedades de uva) pero sin perder la cara al mejor estilo clásico de Rioja, con aromas muy desarrollados y mucho nervio en la boca. Larga vida.
Barón de Ley Finca Monasterio ‘00
Barón de Ley
PVP: 18 €
De una bodega que cuida la calidad y el precio amable. Enlaza con la mejor tradición en los desarrollados y elegantes aromas de crianza que enriquecen el carácter de fruta madura, y en la viva acidez, bien arropada por el cuerpo, que garantiza larga vida.
Bodegas Palacio Reserva Especial ‘00
Bodegas Palacio
PVP: 35 €
El tinto más pegado a la nueva ola de una bodega que cubre todo el espectro de los tintos de Rioja. Muy sugestivo, con marcado carácter frutal y notas elegantes de buena crianza. Goloso y redondo en la boca, con cuerpo y pleno, gran equilibrio, amplio.
Calvario ‘01
Finca Allende
PVP: 58 €
Es el contrapunto de inspiración mediterránea al atlántico Aurus. Algo más expansivo aunque menos profundo en aromas, con marcado y elegante carácter de fruta madura, y con muy buen paso de boca, carnoso y sabroso, equilibrado y muy expresivo.
Cirsion ‘01
Bodegas Roda
PVP: 125 €
Un alarde de redondez en un conjunto muy amplio y goloso. Destacan sus elegantes aromas de uva bien madura (recuerdos de confituras de frutas rojas), pero, sobre todo, su paso de boca amable, sin puntas hirientes, carnoso, graso y potente, muy amplio.
Contador ‘01
Vinos de Benjamín Romeo
PVP: 165 €
La aventura personal del que fuera enólogo de Artadi. Tinto de estructura y gran poderío, tal vez para guardar más que para tomar ahora. Concentrados aromas de fruta bien madura, minerales y balsámicos. Mucho cuerpo, nobles taninos, vigoroso.
Contino Viña del Olivo ‘00
Viñedos del Contino
PVP: 42 €
Puro concepto moderno en elaboración y crianza, con apurada maduración del fruto para obtener una elegante gama de aromas frutales y una moderada presencia de la madera; paso de boca armonioso, con cuerpo y sólido pero sin aristas.
Dalmau ‘99
Bodegas Marqués de Murrieta
PVP: 45 €
Muestra de la profunda renovación de una bodega histórica. Tinto muy actual, expresivo y goloso, con cierto elegante aire mediterráneo en los aromas y un paso de boca lleno y con noble fuerza, aterciopelado, carnoso, expresivo en aromas y con gran equilibrio.
Esculle de Solabal ‘99
Bodega y Viñedos Solabal
PVP: 21 €
Muy personal, demuestra que la maceración carbónica (sistema ancestral de elaboración de vinos jóvenes) también puede dar grandes vinos de crianza. Muy expresivo y fino en aromas, con mucha fruta, y paso de boca lleno y redondo, sabroso y equilibrado.
Finca Valpiedra ‘98
Finca Valpiedra
PVP: 17 €
La recuperación de los vinos de finca es otra de la claves de la actualidad riojana. Finca Valpiedra es uno de los mejores y no deja de mejorar cada año. Elegante carácter frutal y complejas sensaciones de crianza, paso de boca carnoso y goloso, vivo, amplio.
La Vicalanda ‘98
Bodegas Bilbaínas
PVP: 17 €
Un precio sensato para una magnífica versión actual de los tintos de Rioja Alta de toda la vida. Desarrollado y amplio en aromas, con netos recuerdos de fruta y de crianza en madera nueva de calidad; mucho nervio en la boca, cuerpo medio-alto, viva acidez.
MC ‘01
Bodegas Marqués de Cáceres
PVP: 29 €
Nueva marca de uno de los puntos de referencia de Rioja en los últimos treinta año. Quiere dar un delante de los grandes vinos del prometedor 2001 que atesora en la bodega. Signos de grandeza en aromas y en un paso de boca poderoso pero elegante.
Mirto de Ramón Bilbao ‘01
Bodegas Ramón Bilbao
PVP: 30 €
La versión actual de una firma de Rioja Alta adscrita al perfil más clásico. Con Mirto se mudan al extremo opuesto, al color intenso y vivo, a la concentración y a la potencia no exenta de finura; tinto carnoso y graso, con peso y con volumen, para guardar.
Propiedad H Remondo ‘01
Bodegas Palacios Remondo
PVP: 17 €
Señala una nueva etapa en la bodega familiar, con la reincorporación del hijo pródigo, Álvaro Palacios (L’Ermita, Dofí). Eso garantiza un estilo muy actual, sin complejos en cuanto a potencia y vigor, pero tampoco en cuanto a elegancia y distinción.
Pujanza Norte ‘01
Bodegas Pujanza
PVP: 36 €
La marca estrella de una joven bodega que ha irrumpido con seriedad y fuerza. Es un tinto muy sugestivo, muy rico en matices aromáticos (fruta, maderas finas, minerales) y redondo pero con nervio en la boca, ligeramente tánico, sabroso y con gran equilibrio.
Real de Asúa ‘99
C.V.N.E.
PVP: 46 €
El apunte de vanguardia de una firma histórica. Es como una versión modernizada de Imperial, con un marcado y elegante carácter frutal y mucha fuerza en la boca, tiene cuerpo, nervio y gran equilibrio. Evolucionará bien durante muchos años.
Remírez de Ganuza ‘99
Bodegas Fernando Remírez de Ganuza
PVP: 36 €
Desarrollado y fino, con recuerdos de roble de crianza de calidad que no ocultan un marcado carácter frutal. Bien armado en la boca, cuerpo medio-alto, con nervio y algunas puntas tánicas, tiene potencia de sabores y es muy expresivo y largo.
Roda I ‘99
Bodegas Roda
PVP: 30 €
Nota tal vez la influencia de Cirsion (de la misma bodega) y resulta más expresivo y amable que en cosechas anteriores. Destacan sus elegantes aromas de uvas bien maduras y moderada crianza y la amable fuerza de un paso de boca equilibrado.
San Vicente ‘01
Señorío de San Vicente
PVP: 25 €
Una de las marcas que protagonizó la primera oleada del nuevo estilo riojano en una de sus mejores cosechas. Elegante y con muchos matices en la nariz, con marcadas notas frutales, especiadas y minerales. Contenida energía en la boca, estructurado y potente.
Sierra Cantabria Colección Privada ‘01
Sierra Cantabria
PVP: 25 €
Uno de los más genuinos frutos de las nuevas prácticas enológicas, que se dejan ver en su amplio abanico de aromas lácteos y tostados sobre una base firme de uva bien madura. Amable en la boca pero no es blanco, tiene consistencia y es muy amplio.
Torre Muga ‘00
Bodegas Muga
PVP: 45 €
Una de las marcas pioneras de la nueva línea; ha moderado un tanto la fuerza de las primeras cosechas y ha ganado en elegancia. Finos tonos de fruta madura, especias, lácteos y minerales. Carnoso en la boca, aterciopelado, sabroso, equilibrado, lleno.
Trasnocho ‘01
Bodegas Fernando Remírez de Ganuza
PVP: 48 €
Una de las grandes novedades del año en Rioja, fruto de la imaginación desbordada de un bodeguero con talento. Concentrado, sólido, consistente y con fuerza, pero sin rudeza; tinto expresivo, con mucho nervio y finura y con larga vida por delante.
Valenciso ‘98
Compañía Bodeguera de Valenciso
PVP: 16 €
Uno de los más jóvenes valores de la oferta riojana. Se caracteriza por ser amable, tanto en su alta calidad como en su precio. Base de fruta madura para una notable cantidad de finos matices; paso de boca redondo, carnoso, sin puntas, expresivo, elegante.
Vallobera Cazador ‘97
Bodegas San Pedro
PVP: 40 €
Javier San Pedro, el autor, opta por la vía elegante y no tan contundente, por el tinto desarrollado pero no laminado. A pesar de la mala fama de la cosecha, es un rioja grande, complejo y elegante en aromas y con un paso de boca amable y con nervio.
Valserrano Finca Monteviejo ‘01
Viñedos y Bodegas de La Marquesa
PVP: 20 €
Es la mayoría de edad de una clásica firma familiar renovada a fondo y convertida en unos de los valores firmes de Rioja Alavesa. Un tinto muy elegante y rico en matices, con potencial de evolución pero con un paso de boca goloso, lleno, sin aristas.
Viña El Pisón ‘01
Cosecheros Alaveses
PVP: 140 €
Una de las marcas españolas más laureadas por la crítica internacional. Destaca por sus personales aromas (fruta madura, florales, especias, minerales) pero tiene un gran paso de boca, con fuerza sin agresividad, tacto aterciopelado (a contrapelo) y textura grasa.
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