Madrid, 21 de junio de 2012.- RP.- Así, con ese término que expresa cariño y un largo futuro por delante, es como califica el propietario de Pazo Barrantes (DO Rías Baixas), Vicente Dalmau Cebrián- Sagarriga al nuevo vino que acaba de presentar: La Comtesse 2009.
Han sido diez años de trabajo para sacar un nuevo vino al mercado que complementara su vino de bandera, Pazo de Barrantes, ya que, confiesa el Conde de Creixell, “no quería ser una de esas bodegas que tienen muchos vinos”. Fue en 2009 cuando, tras experimentar con barricas, rendimientos y elaboraciones, el equipo de la bodega (que forma parte del grupo Marqués de Murrieta, con sede en La Rioja) dio con el vino que buscaba.
Trabajar con una de las mejores uvas del mundo
La enóloga titular de Marqués de Murrieta y Pazo Barrantes, María Vargas, asegura que la albariño, la materia prima de La Comtesse, es “una de las mejores uvas del mundo” y que “es mucho más difícil hacer un buen vino blanco que un buen vino tinto”.
Con la experiencia en Rioja y Galicia, Vargas y Cebrián escogieron uno de los pagos propiedad de Pazo Barrantes, llamado Cacheiro, para comenzar a gestar La Comtesse. Son 12 hectáreas de viñedo con 40 años de edad, y esta fue la primera finca que se plantó en la bodega.
La idea era hacer un vino destinado a perdurar, con potencial de guarda pero donde no dominara la barrica que se percibe en algunos vinos de esta denominación. “Ya con Pazo Barrantes (su único vino hasta ahora) pretendíamos hacer un vino para consumir con dos años de edad, porque confiamos en el potencial de la albariño para desarrollar en botella”, comenta la enóloga. Varias experiencias fallidas con la madera, que se imponía sobre una uva “frágil, cuya máxima virtud es su aroma”, y que frustraba el proyecto de hacer un vino de guarda llevaron a dar en 2009 con el blanco que buscaban: procedente de uva despalillada a la que se había sometido a un estricto control de rendimiento, sin fermentación maloláctica para conservar los aromas originales de la variedad, fermentado en tino de 3.000 litros de roble francés de grano fino (con tres meses de reposo sobre sus lías) y con una crianza de 12 meses más en ese mismo tino. “La albariño ha de ser la que mande”, afirma María Vargas. El resultado son poco menos de 4.000 botellas de un vino de alta gama, que ronda los 33-35 euros de precio de venta al público.
El nombre, un homenaje
El conde de Creixell no evita emocionarse cuando cuenta que el nombre de La Comtesse, así como este vino y sus características, son un homenaje de él y sus hermanas a su madre, María Jesús Suárez- Llanos, condesa viuda de Creixell. Ella, gallega de nacimiento como el vino, ha estado luchando durante dos décadas contra una enfermedad y el conde ha querido rendirle homenaje a sus valores como esposa y madre.
Momento clave
La Comtesse llega en un momento que Vicente Dalmau Cebrián considera clave en la trayectoria del grupo Marqués de Murrieta, tras un proceso de varios años en los que la internacionalización ha sido la protagonista y en los que los vinos de Murrieta y Pazo Barrantes se exportan a 75 países (solo el 30 por ciento de su producción se queda en España).
En la bodega de Rioja todavía se está ultimando la titánica reforma del Castillo de Ygay, que da nombre a uno de sus vinos y que se reabrirá a principios de 2013: “han sido seis años de trabajo durísimo y una inversión brutal para una empresa familiar que no pienso desvelar”, comenta el conde. Asegura que en este tiempo el ritmo de inversión anual no ha descendido a pesar de la crisis y que los momentos duros han contribuido a “darme cuenta de la importancia de la responsabilidad cuando se está al frente de un proyecto como este”. Está satisfecho porque “hoy somos fieles a lo que nos planteamos hace 15 años” y se muestra convencido de que “yo estaré un tiempo X al frente de Murrieta, como lo estará el resto del equipo, pero la marca es intocable”.