Madrid, 29 de diciembre de 2014. AP- En una entrevista publicada ayer por el Diario La Rioja, Juan Carlos López de la Calle, presidente de Bodegas y Viñedos Artadi, plantea la salida de la firma y de alguna otra bodega alavesa de la DOC Rioja. La decisión responde a un pensamiento que refleja aspiraciones de ciertas bodegas y también alguna pulsión de marcado cariz político, pero que hasta el momento no se ha materializado en nada concreto.
El anuncio ha suscitado la respuesta del presidente del Consejo Regulador de la DOC Rioja, Luis Alberto Lecea, que explica la posibilidad de trabajar en las propuestas que se presenten, “si el Consejo lo aprueba”, y el nada sorprendente cruce de declaraciones en un ambiente político claramente en precampaña electoral que incluye expresiones como “nos han usurpado el nombre de Rioja”.
El responsable de Viña El Pisón plantea el proyecto como “no resuelto”, a falta de encontrar “un paraguas colectivo y su nombre será alavés y distinto de Rioja”. En la información, firmada por Alberto Gil, se habla del mes de febrero para presentar un proyecto del que López de la Calle afirma que “está sobre la mesa, aunque aún no está definido del todo por lo que prefiero esperar para hacer públicos los detalles”. Tampoco han trascendido los nombres de las bodegas que eventualmente acompañarían a Artadi en su salida de Rioja, aunque los precedentes apuntan a Bodegas Ostatu, firma familiar de Gonzalo Sáenz de Samaniego, hasta 2011 consejero de Agricultura del Gobierno Vasco, como la que presenta mayores probabilidades.
El bodeguero de Laguardia, uno de los personajes clave del rioja actual, pone buen cuidado en sus declaraciones para no descalificar de forma directa a la DOC Rioja tal como está concebida en la actualidad, pero vierte afirmaciones como que “entendemos que una denominación de origen tan grande como a la que pertenecemos confunde al consumidor y diluye nuestro mensaje” y remite al modelo bordelés, una región que duplica con creces el tamaño de Rioja pero en la que “a partir de una denominación genérica, hay reconocidas 56 denominaciones específicas, 58 con dos nuevas de este mismo año. En Rioja, sin embargo, existe una denominación de origen que ampara a todos por igual, que no distingue de zonas, de suelos, de viñedos, ni de vinos y en la que únicamente el tiempo de crianza distingue a unos de otros”.
Consejo Regulador abierto a sugerencias
En declaraciones a proensa.com, Luis Alberto Lecea, presidente del Consejo Regulador de la DOC Rioja, niega la mayor: “No es cierto que Rioja esté por la cantidad más que por la calidad. El Consejo Regulador se ha distinguido por políticas de control y de defensa de la calidad. En cuanto a las menciones geográficas, todas las posibilidades están abiertas. Tenemos ya las tres subzonas, Rioja Alta, Rioja Baja y Rioja Alavesa, menciones que se pueden utilizar demostrando la trazabilidad de los vinos. Y existe la posibilidad, con un trámite sencillo, de aplicar entidades menores, los municipios. A partir de ahí, si se quiere llegar al infinito, al pago, a la viña o a la cepa, todo se puede hablar. Se puede trabajar en esa línea, pero sólo si los inscritos en la DOC Rioja, las bodegas y los viticultores, así lo deciden. Yo insto a Artadi o a cualquier otro a hacer sus planteamientos en el Consejo Regulador; se presenta al pleno del Consejo y, si se aprueba, pues adelante. Personalmente no soy partidario de llegar al infinito, como no soy partidario de aprobar una producción de 15.000 kilos por hectárea, pero si el pleno toma una decisión así, no hay más remedio que acatarlo”.
De confirmarse, la marcha de Artadi de la DOC Rioja es coherente con la filosofía expresada por Juan Carlos López de la Calle desde hace años. No hay gran novedad en ese sentido, salvo por la conmoción que puede suponer la salida de una de las firmas de Rioja con mayor proyección internacional, por la exposición de motivos, que afectan a la esencia misma de las denominaciones de origen españolas tal como están concebidas, y por las consecuencias, la principal de ellas sería la creación de una nueva denominación de origen circunscrita a los límites de Álava.
Eso tampoco es una gran novedad y, aunque el protagonista de la noticia lo niega, hace tiempo que se maneja en ámbitos políticos una hipotética separación de la zona alavesa. El principal problema para plantear esa secesión es precisamente el nombre de la nueva zona, puesto que no se podría utilizar el término Rioja ni los nombres de los municipios de Rioja Alavesa, que sólo pueden ser utilizados en el ámbito de los vinos de la DOC Rioja, ni otros referentes geográficos, como Sonsierra o Sierra Cantabria, que son marcas de bodegas de la DOC Rioja.
“Rioja es nuestro”
En este sentido va precisamente alguna de las líneas argumentales que han venido esgrimiendo los defensores de la ‘identidad’ alavesa. Gonzalo Sáenz de Samaniego, miembro de la familia propietaria de Bodegas Ostatu, en Samaniego, ex consejero de Agricultura del Gobierno Vasco y uno de los referentes del PNV en Álava, ha realizado recientemente manifestaciones inequívocas. En la web riojaalavesa.blog.euskadi.net, del Gobierno Vasco, declaraba el pasado 7 de noviembre : “Rioja es nuestro. Tanto si no más que de ellos. Eso primero. ¿Por qué tengo que renunciar yo a lo mío, cuando yo lo he generado? Y segundo, Rioja en el mundo son cien años vendiendo, y eso pesa mucho. Pesa mucho. Si estuviéramos convencidos que nuestro entorno nos compraba el 50% no haría falta ir por el mundo poniendo Rioja, porque para muchos la presión de la producción estaría liquidada”.
Declaraciones de ese tenor y claridad se concretan en la creencia, repetidamente manifestada, de que la Comunidad Autónoma de La Rioja, la antigua provincia de Logroño, ha usurpado el nombre de Rioja, lo que se suma a una serie de agravios en los que se citan cuestiones fiscales y hasta de sanidad pública que tienen que ver con el efecto frontera, el esquema de la Interprofesional del Vino de Rioja o la aspiración a que la Unesco declare al paisaje vitícola riojano Patrimonio de la Humanidad, iniciativa en la que integran municipios de Álava y La Rioja.
Los partidarios de la creación de una nueva denominación de origen para Rioja Alavesa esgrimen argumentos de identidad, una historia diferenciada y un respeto al entorno y al paisaje en una comarca modelada precisamente por el hombre, con el cultivo de la vid prácticamente como única plantación hasta donde es posible su cultivo. En el argumentario se mezclan respetables entusiasmos por lo propio e indudables manejos políticos.
En ocasiones a espaldas de los propios ciudadanos vascos, sobe todo a los euskaldunes ‘pata negra’, vizcaínos y guipuzcoanos, para los que los riojanos alaveses no son ni ‘patateros’ (apelativo despectivo que se aplica con frecuencia a los alaveses). Lo viene a reconocer el propio Sáenz de Samaniego en las mismas declaraciones citadas: “Rioja Alavesa para muchos vascos no es suya, ni saben donde está, a pesar del esfuerzo que a nivel de instituciones públicas se ha hecho desde los años 80”.
Iniciativa con tres años de historia
El escollo parece que insalvable del nombre (se han planteado alternativas que rozan el esperpento, como Medoc Alavés) fue una de las causas principales (no la única: muchas bodegas alavesas compran uva y vino en el resto de la DOC Rioja) de que nada de eso pasara del estado de teoría y se materializara en iniciativas concretas. Hasta hace tres años, cuando seis firmas alavesas iniciaron contactos para crear un ente, en principio dentro de la DOC Rioja, que reivindicara esquemas de calidad.
Los primeros promotores fueron Juan Carlos López de la Calle, de Bodegas y viñedos Artadi, y Marcos Eguren, de Viñedos de Páganos, y en una primera fase trataban de reivindicar el nombre, el viñedo y los vinos de Laguardia con bodegas que trabajasen a partir de uva propia y sustentadas en viñas bien señaladas. A la iniciativa se unieron otras dos bodegas de Laguardia, Viñedos del Contino y Bodegas y Viñedos Pujanza, y más adelante otras dos, Bodegas Ostatu, de Samaniego, y Telmo Rodríguez, responsable de la firma familiar Remelluri y propietario a título personal de Compañía de Vinos Telmo Rodríguez, que cuenta con viña y bodega en Lanciego. Telmo Rodríguez es terreno abonado pues desde hace años manifiesta públicamente su incomodidad en los esquemas de la DOC Rioja.
Se traspasaron las fronteras de Laguardia y se empezaba a hablar de “Laguardia y su entorno”. Hubo contactos con alguna otra firma, como Bodegas de los Herederos del Marqués de Riscal, una de las fundadoras de Rioja, y ausencias notables, como Bodegas Fernando Remírez de Ganuza, Torre de Oña y otras. No se franqueó la frontera regional, aunque no se descartaba la posibilidad de contar con los tres enclaves de La Rioja en la comarca, Briñas, San Vicente de la Sonsierra y Ábalos. Al mismo tiempo, la filosofía parecía ir virando desde conceptos geográficos como Laguardia y luego Rioja Alavesa hacia otro con carga sensiblemente distinta: Euskadi.
En el camino también quedó Riscal, que “después del planteamiento inicial -nos comenta Francisco Hurtado de Amézaga-, no hemos vuelto a saber nada. Sin conocer a fondo las declaraciones de Juan Carlos López de la Calle, no veo viable la separación de Rioja Alavesa. Sólo Artadi y algún otro, como Contador, tal vez Telmo Rodríguez, con su bodega y su viña de Lanciego, y algún otro, podrían estar en condiciones de salir de la DOC Rioja. Pero son muy pocos y, desde luego, me parece que no pueden ni soñar con conseguir una denominación de origen de pago”.
Llegó el momento de los abandonos: en la pasada primavera dejaron el proyecto Carlos San Pedro (Pujanza) y Marcos Eguren (Viñedos de Páganos) y no hemos podido confirmar la presencia de Contino o de Telmo Rodríguez, sea a título personal o en nombre de Remelluri, que eso tampoco está del todo claro.
“Por más que digan que no, afirma Carlos San Pedro, se ve clara una politización de un asunto que no debe tener nada que ver con cuestiones políticas. Es lo que ha roto el proyecto porque había y hay buena sintonía personal entre gentes con ideas muy distintas. Además, yo quiero seguir en Rioja; quiero otro esquema, que se ponga en valor el factor diferencial de Laguardia porque lo tiene, y el dibujo me gustaba y me encajaba bien porque los Pujanza salen solo de mis viñas, pero mi bodega y mis vinos son de Rioja y no me planteo salir”. Para el resto, para viñas ajenas y para los descartes de Pujanza, el creador de Pujanza Norte y Valdepoleo puso en marcha otra bodega, Dios Ares.
Marcos Eguren, uno de los padres de la idea, explica: “me marché porque se iba hacia una ruptura total y vi que Euskadi interesaba más incluso que Álava. Tenemos que buscar una identidad parcelaria y de calidad y en ese terreno de juego, pero si queremos un tema político, me voy”.
Dos esquemas
Marcos Eguren ve “dos realidades diferentes en Rioja, los vinos de ensamblaje y los que proceden de viñas bien definidas; en los dos hay grandes vinos y otros menos buenos. No se trata de descalificar, sino de realzar las diferencias”. Pocos tienen los conceptos tan claros como el padre de los Amancio, La Nieta, El Puntido o El Bosque. Esos vinos y otros de su ‘escudería’ ponen el foco en viñas seleccionadas propiedad de la familia y al mismo tiempo mantienen otra línea convencional, con lo que designa como “vinos de ensamblaje”, y una tercera de vinos de la tierra, fuera de la DOC Rioja, que se embotellan en otra bodega situada también en Laguardia.
La separación la ha llevado a la estructura empresarial, con dos sociedades, Viñedos de Páganos y Viñedos Sierra Cantabria, dedicadas a vinos de finca que salen en su mayor parte sin indicaciones de envejecimiento, y una tercera que acoge a marcas como el joven Murmurón o la gama Sierra Cantabria, con tintos crianza, reserva y gran reserva. “Los dos son válidos, concluye Marcos Eguren; mira Roda, que trabaja con uvas de toda Rioja y hace vinos muy grandes, lo que demuestra que ese sistema es también perfectamente válido. Y está demostrado que las dos filosofías pueden convivir. El problema es que el Consejo Regulador nos pone todas las dificultades para que hagamos referencia a una viña, a un pago o hasta a un pueblo.”
Esas dificultades proceden de la propia rígida esencia de las denominaciones de origen españolas, que son impermeables a cuestiones como la distinción real de las peculiaridades con la creación de denominaciones de ámbito municipal o más reducidas, al estilo de las de Burdeos. Ese esquema parece haber inspirado, con matices, a iniciativas puestas en marcha en Cataluña, concretamente en la DOC Priorato, que ya tiene en la calle bastantes ejemplos de vi de vila, un concepto municipal, o en la DO Penedés, que ultima la tramitación de una nueva norma que contempla varias subzonas.
En ambos casos, además, hay vinos de finca (Clos Mogador y Vall Llach Mas de la Rosa en Priorato y Jean León en Penedés) integrados en las respectivas denominaciones de origen, mientras que el equivalente en el resto de España, las denominaciones de origen de pago, son indicaciones individuales (no hay pagos con varios propietarios y parece que ni siquiera se contempla la posibilidad) parecen llevar implícita la salida de la denominación de origen correspondiente. Aquí se mantienen como marca viejas referencias a viñas concretas (términos como viña, pago, finca y similares), que no siempre responden a un viñedo concreto. Y es casi una leyenda la existencia de estudios de suelos, similares a los realizados en Priorato y Penedés, que duermen el suelo de los justos en el fondo de algún cajón en consejos reguladores como el de Rioja o el de Ribera del Duero.
“La DOC Rioja parece hecha para los grandes, concluye uno de los bodegueros citados. Estoy de acuerdo en un noventa por ciento con Juan Carlos López de la Calle; se da juego a los vinos masivos y no a los de mejor calidad. Y olvidan que en Burdeos tiran de la marca colectiva los grand cru y muchos premier cru, no todos. La gente conoce unas pocas marcas legendarias pero nadie piensa en los bourdeaux genéricos. Nadie puede dudar que son las grandes marcas de poca producción las que ayudan a hacer los grandes números”.
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