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INFORMACIÓN DEL VINO

Azpilicueta

La marca

Azpilicueta es uno de los apellidos históricos del vino de Rioja. Su origen está en Bodegas del Romeral, fundada en 1881 en Fuenmayor por Félix Azpilicueta Martínez, viticultor nacido en Navarra pero asentado en esa localidad de La Rioja. Fue un viticultor atípico, que aplicó el sistema bordelés de elaboración y crianza adoptado por buena parte de la aristocracia rural riojana (los Murrieta, Riscal, Hervías y otros), cuando la mayor parte de sus vecinos mantenían el sistema tradicional. En 1929 cambió el nombre de la bodega, rebautizada como Bodegas Azpilicueta. En 1963 esa bodega se fusionó con Las Veras, bodega de Fuenmayor propiedad de Cruz García, y Bodegas Entrena, de Navarrete. Con las iniciales de los tres socios se formó el acrónimo AGE, que dio nombre a la firma: AGE Bodegas Unidas. En 1968 se produjo la entrada de un nuevo socio, el grupo californiano Schenley, y la salida de la familia Entrena, que desembarcó en Bodegas Berberana. En 1987 Schenley es adquirida por la cervecera Guinness, que se hizo con poco más de la mitad de las acciones de Age. Tres años más tarde Guinness vendió la bodega a Banesto y en 1994, tras la integración de ese banco en el grupo del Banco Santander, se vendió a otra entidad financiera, el Banco Bilbao Vizcaya, que integró la casa de Fuenmayor en su grupo vinícola Bodegas y Bebidas. La operación supuso un desembolso de 4.500 millones de pesetas. Esa nueva situación tampoco duró mucho. En 2001 otra multinacional entraba en escena: Allied Domecq compró el grupo Bodegas y Bebidas por unos 280 millones de euros. La bodega que fundara Félix Azpilicueta, ya con el nombre actual de Bodegas Age, seguiría jugando en el tablero de los grandes grupos mundiales pero ya como una pequeña porción de grandes operaciones: en mayo de 2006 Pernod Ricard, aspirante a situarse como el primer grupo mundial de bebidas, compró Allied Domecq por la vertiginosa cifra de 10.700 millones de euros; en la operación iba, claro, el grupo de bodegas, que fue rebautizado como Domecq Bodegas. La multinacional francesa se ha desprendido después de varias de las bodegas del grupo (Domecq, tanto en Jerez como en Rioja, Casa de la Viña, en Castilla-La Mancha, Alanís, en Ribeiro, y otras, incluida la venta reciente de la navarra Palacio de la Vega, que fue la primera cabeza de puente de Pernod Ricard en España). Esas ventas y el anuncio hecho público hace unos años de la intención de vender todo el grupo español, no han sido obstáculo para el desarrollo y la evolución de las diferentes bodegas, evidente en las casas riojanas. En ese proceso Azpilicueta ha jugado el papel de marca pionera en una puesta al día que ha implicado a los vinos Campo Viejo, la marca más popular del grupo, mientras que los Siglo y Alcorta se mantienen en parámetros más tradicionales. En la actualidad, Pernod Ricard es titular de tres bodegas en la DOC Rioja: la lujosa Ysios, en Laguardia, icónica en la arquitectura y que busca un lugar en la vanguardia en lo enológico; Bodegas Age, en Fuenmayor, que mantiene esos parámetros comerciales clásicos; y Bodegas Campo Viejo, trasladada desde su vieja ubicación en el casco urbano de Logroño a una construcción de última generación rodeada de viñedos y situada en el término municipal de la capital de La Rioja. En esta última la responsable técnica es Elena Adell, que está al mando en una etapa de cambio que incluye la definición de los estilos de cada marca y el desarrollo de la gama Azpilicueta, en la que el tinto reserva fue ya hace unos años el primer exponente de modernización sin perder los asideros en el carácter que ha situado a Rioja en la cima de los vinos españoles.

La cata



vistaVista: Rojo rubí de buena intensidad, con matices cereza en el seno y teja en el borde; aspecto indicativo de vino maduro pero no en exceso evolucionado.

vista Nariz: La impresión se confirma en la nariz, donde se expresa mejor cuando transcurren unos pocos minutos (tres-cuatro) con el vino en la copa. Aromas bien definidos y bien engarzados, con evidentes sensaciones de crianza en buena relación con una base frutal; aromas especiados (canela, apunte de nuez moscada) y recuerdos de maderas de buena calidad (maderas blancas, roble nuevo y usado pero no cansado), tonos nítidos de uvas bien maduras (zarzamora, ciruela madura) muy característicos de Tempranillo, notas balsámicas (monte bajo). Bien desarrollado, sin mucha profundidad pero con buena potencia y bien expuesto.

vista Sabores: Equilibrado y con buena potencia de sabores, vivo, con una magnífica acidez que da sensación de frescura y todavía de buena juventud, grato toquecito amargo en la salida. Persistencia sápida bastante larga una vez desaparecido el vino de la boca.

vista Sensaciones táctiles: Cuerpo medio pero con carne en el centro; los taninos, nada agresivos, y la presencia de las sensaciones de madera, que no es dominante, le dan relieve al paso de boca. No hay sensación de huecos en un conjunto bastante redondo y de textura fluida. Tampoco hay puntas agresivas que entorpezcan el correcto tránsito y la permanencia del vino en la boca.

vista Aromas de boca y posgusto: Bien definido en los aromas de boca, donde se manifiestan claramente tanto los aromas frutales (madurez, frutas rojas, frutos pequeños) como las consecuencias de la crianza (maderas finas, especias), aunque aún deberá integrar mejor el recuerdo del roble nuevo. El dominio de la sensación frutal en el posgusto permite pensar en una correcta asimilación de esas notas de buena madera en un periodo no demasiado largo.

vista Sensación global: Un buen exponente del estilo reconocible del vino de Rioja. Bien desarrollado y atractivo, con adecuada potencia. Es un reserva de amplio espectro comercial y gastronómico pero no cae en los estilos vulgares de vinos demasiado cargados de madera o demasiado ligeros. Las sensaciones de crianza lo sitúan en ese estrato de vino popular, pero respeta los recuerdos de la fruta, además, con notable franqueza y finura.

La evolución

Un reserva maduro, en un buen momento de consumo pero con futuro. Aún se encuentra en la fase ascendente de su evolución; en los próximos 6-12 meses (antes de fin de año), siempre en buenas condiciones de conservación, asimilará totalmente la madera de crianza y desarrollará los matices especiados sin perder el referente frutal. Da sensación de vitalidad, sin rasgo alguno de oxidación (ni frutos secos, ni arpillera) lo que permite augurar que, transcurrido ese tiempo se mantendrá en buenas condiciones al menos uno o dos años más antes de iniciar un lento declive. Es un vino grato a muchos paladares, tanto a los amantes de los vinos clásicos como a los que demandan cierta energía.

El servicio

La temperatura idónea de servicio es de unos 16ºC; en ese estado, que puede parecer frío a los puristas, las sensaciones aromáticas de crianza ceden el protagonismo a los finos frutales. No es un vino marcadamente alcohólico por lo que una temperatura algo más alta no supondrá un enmascaramiento de sus cualidades por culpa del alcohol. Cara al futuro, cuando evolucione como corresponden, se podrá elevar esa temperatura de consumo, pero nunca por encima de los 18ºC. Le va bien una cierta oxigenación, pero más para que se expresen mejor sus matices que para disipar notas discordantes, que no las tiene. Con tres o cuatro minutos en la copa será suficiente y es recomendable estar atento a esa corta oxigenación para poder apreciar el paulatino despliegue de notas especiadas, balsámicas y frutales. No hay restos sólidos y no da la impresión de que se vayan a producir precipitaciones de materia colorante ni sales tartáricas en el plazo de vida útil del vino. No son necesarias, por tanto, operaciones de decantación y trasiego.

La gastronomía

De amplio espectro gastronómico, su frontera está entre los platos muy ligeros, como pescados, y los guisos potentes, como la caza o las legumbres elaboradas con chacinas ahumadas o muy grasas. Va bien con pescados azules y sabrosos, como las sardinas a la brasa o el bonito a la plancha, y con todas las variantes del bacalao, incluso las potentes fórmulas de la cocina vasca (vizcaína o Club Ranero). En carnes, prácticamente todas: las aves de corral (capón), las carnes frías (fiambre de ave, pastel de carne), los hojaldres con carne, el cerdo asado, la ternera (brasa, plancha, horno o con verduras) y hasta las carnes rojas a la parrilla (buey) y el cerdo ibérico. En caza, la de pluma y en guiso (perdiz estofada) mejor que la de pelo o las aves poco elaboradas. También es adecuado con arroces (al horno, por ejemplo), pasta, pizzas, empanadas, tortillas rellenas y chacinas de brasa (morcilla, chorizo). Quesos curados de leche de oveja (idiazábal, mejor sin ahumar, manchego, de Grazalema) y de mezcla (zamorano, tronchón)