Cada vez más el vino español está tomando conciencia de que hay que cuidar el planeta. El
vino es un producto agrícola cuya producción está íntimamente ligada al paisaje y al entorno,
pero más allá de ahí, la sostenibilidad es un valor añadido que empieza a tener un significativo
valor comercial, que en algunos casos, sobre todo en las exportaciones a determinados países
(Reino Unido ya empieza a demandar productos que certifiquen su respeto al medio ambiente),
resultará imprescindible para vender allí sus productos.

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Por eso muchas bodegas están empezando a poner en marcha medidas de respeto al medio
ambiente, reduciendo sus emisiones y participando en programas de protección del planeta.
Una de esas medidas es el cálculo de la huella de carbono, un indicador de emisiones de gases
con efecto invernadero por parte de una organización, una persona o un producto. Esta huella
se puede identificar con el objetivo de reducirla en un futuro o para mantenerla en niveles
aceptables. La primera bodega en España que, como organización, ha certificado su huella de
carbono mediante el organismo AENOR y la norma ISO 14064 ha sido Bodegas Campo Viejo,
de la Denominación de Origen Calificada Rioja y pertenecientes al grupo Domecq Bodegas.
Para identificar las emisiones de la bodega riojana se han tenido en cuenta los procesos de
producción que se llevan a cabo en ella, desde los trabajos en el viñedo, el aprovisionamiento
de uvas y vinos hasta el embotellado, embalaje y transporte.

La bodega se embarcó hace una década en su programa Campo Viejo: medioambiente y
sostenibilidad, en el que inauguró instalaciones y con el que se puso manos a la obra para
lograr una producción respetuosa con el entorno, con técnicas inteligentes de riego y sistemas
naturales de control de plagas, análisis y reducción de consumo de agua y energía, reducción
de emisiones de gases y nuevo diseño de botellas, más ligeras, que contribuyen también a
reducir la huella de carbono.

Más conciencia, más corazón
Otras bodegas que también han puesto en marcha su conciencia medioambiental han sido
Matarromera (DO Ribera del Duero), que hace unos meses fue pionera en señalar la huella
de carbono para tres de sus vinos, Emina Verdejo, Emina 12 meses y Matarromera Crianza,
y las madrileñas Gosálbez- Orti, la primera de esta comunidad que ha identificado la huella
de carbono de uno de sus tintos, el joven Qúbel Revelación 2009. En este caso los resultados
fueron que se emitía 1,6 kilos de dióxido de carbono (esta medida es el estándar que incluye
la emisión de todos los gases de efecto invernadero, tomando el CO2 como unidad de medida)
por botella. La bodega, que elabora vinos procedentes de uvas de agricultura ecológica, se ha
propuesto reducir este índice de emisiones tras obtener esta certificación.

Estos pasos en pro de la protección del medio ambiente, junto al hecho de que España fue el
país anfitrión y principal impulsor del encuentro mundial Wineries for the climate protection
(donde una de las medidas que se propuso adoptar fue reducir la huella de carbono por
botella en un 20 por ciento hasta 2020) son una muestra de la conciencia de las bodegas
españolas, que mueve a acciones individuales y conjuntas que protegen nuestro entorno y lo

preservan para las futuras generaciones.