Nunca bien ponderada María Isabel Mijares y García Pelayo:
Remitido por algunos amigos, he recibido el singular escrito que reproducimos junto a esta líneas, en el que expones tu muy particular visión de la asamblea general de la UEC que tuvo lugar el pasado 12 de julio. Tras varias lecturas, y buceando para traducir tu singular ortografía, debo contestar a alguna de tus afirmaciones. Vaya por delante que estas con estas líneas expresan una opinión estrictamente personal y no están escritas en representación de la UEC ni de VadeVino Editorial, empresa de la que soy accionista pero no el único propietario. No deben ser interpretadas, por tanto, como escritas en función de mi puesto en ambas entidades, vocal de la junta directiva en un caso y director de la revista PlanetAVino y autor de la Guía Proensa en otro.
Deduzco que en lo básico estamos de acuerdo: la asamblea fue borrascosa y bochornosa. Y debo destacar que me refiero a la asamblea y no a las elecciones, como haces tú desde el titular. Las elecciones fueron impecables, tanto en su desarrollo como en el recuento de votos (el bochorno para una parte fue el apoyo recibido por la otra), como así afirmaron todos los que participaron en este último proceso. Otra cosa bien distinta fue la campaña electoral, y perdón por el uso de una expresión que puede sonar grandilocuente en una modesta organización como la UEC.
Meter en el mismo saco el desarrollo las elecciones y el de la asamblea, por más que fueran coincidentes en el tiempo y en la temática de fondo, es incalificable pero retrata una forma de actuar bien conocida. Y esconde torpemente el deseo de descalificar el resultado inapelable: más del 80 por ciento de los votos para unos, apenas el 18 para otros.
Y hablando de recuentos, espero que en tu profesión de química y enóloga tengas más acierto que con la aritmética. En tu escrito has perdido algunos de los votos con los que se aprobaron gestión o cuentas: hubo objeciones, sí, y algunas sin la mínima señal de la buena educación que se supone a algunos; pero no hubo votación alguna que se dirimiera por un solo voto. Y, en cualquier caso, lo mismo da ganar o perder por un voto que por 138
Es posible que atribuyas a tu tesis también las abstenciones, en una curiosa interpretación que recuerda a tiempos pasados en los que votaban los muertos. Interpretes las abstenciones como quieras, las cuentas (‘inventario, balances, cuentas anuales y memoria de gestión’) se aprobaron con 15 votos a favor, 4 en contra y 10 abstenciones; es decir, una diferencia de 11 votos entre los que aprobaron y los que reprobaron. La gestión de la junta directiva en el ejercicio 2011 se aprobó por 15 votos a favor, 6 en contra y 8 abstenciones, lo que supone una diferencia de 9 votos entre el sí y el no. Consulta el acta, firmada y por tanto ratificada como interventores por don Florentino Ordóñez y don Juan Manuel Ibáñez; está en la sede de la UEC a disposición de los socios pero también la reproduzco aquí.
También es torticera la descalificación de una opinión, la mía, por no estar presente en la asamblea. Como reconoces, nos encontramos a la salida. Llegué tarde y no entré en la sala por respeto a la asamblea, para no armar más barullo y también para evitar la tentación de intervenir. No obstante, pude oír una buena parte del final de la reunión, para mí más que suficiente para saber de qué iba la cosa, sobre todo al conocerse el resultado, que se justificó o descalificó con alusiones al funcionamiento de una supuesta ‘maquinaria’ que, oh sorpresa, salieron de tu imparcial boca.
En cualquier caso, la ausencia, aunque se produjera, no descalifica al ausente. Sin necesidad de recurrir a mis compañeros de candidatura, que lo son de junta directiva entrante y saliente, hay sobrados testimonios de absoluta solvencia de algunos de los presentes como para dibujar con precisión el ambiente de crispación y malos modos que describo en mi crónica y que tú misma reconoces en tu presunto artículo.
Tampoco me parece de recibo la descalificación que implica esgrimir tu condición de socia fundadora de la UEC. Ni tal condición ni mis dieciséis años de ‘antigüedad’ en la junta directica y alguno más en la asociación nos dan un milímetro de superioridad moral sobre el socio que se haya inscrito en la UEC hace dos días.
Esgrimir tal condición y asumir un carácter como de reserva espiritual de los santos principios sobre los que se fundó la UEC, que conozco muy bien porque yo también andaba por ahí, también retrata con precisión una determinada actitud. Se diría que alguien piensa que es el propietario del cortijo y considera una usurpación que esté dirigido por otros o que se modifiquen mínimamente sus objetivos. Eso en teoría política tiene un nombre muy feo.
Y ya que hablamos de esgrimir, tienes razón cuando dices que no te presentas a las elecciones. No te hace falta, ya que, para no abandonar viejas costumbres, te arrogas con toda desvergüenza la vicepresidencia de la UEC sin el engorroso trámite de acceder al cargo mediante elecciones. Véase para ello, sin ir más allá, la nota fechada en julio que se publicó en la página oficial del concurso de vinos que presides y que reproduzco junto a estas líneas. No hace falta leer todo, basta con buscar en las palabras destacadas en negrita. Tales destacados no son míos.
Tampoco me parece de recibo el procedimiento para responder a mi crónica sobre las elecciones. Como sin duda ignoras, aunque lo deberías saber en tu calidad de presidenta (también fundadora pero tengo entendido, tal vez me equivoque, que no electa) de la Asociación Española de Periodistas y Escritores del Vino, el derecho a réplica es un principio muy valorado por mi profesión de periodista y no era necesario recurrir a otros medios, en una sinuosa actitud que es tan habitual en ti. Bastaba con remitirlo a esta web.
De hecho, ante el escaso eco que ha tenido en los medios a los que lo hayas enviado, aquí lo reproduzco, sin necesidad de que invoques derecho a réplica ni a la libertad de expresión. Y lo reproduzco según ha llegado, para que no haya sospechas de manipulación, con la salvedad de tachar los elementos que puedan revelar el origen de uno de los correos electrónicos por los que ha llegado a mis manos tan magna obra.
Así, los lectores de www.proensa.com tienen en su mano todos los elementos precisos para formar su propia opinión.