El empeño de un visionario
Madrid, 9 de octubre de 2014. MS. – Asentada en lo que hoy es el municipio leridano de Raimat, la historia de esta casa comienza con Manuel Raventós, al que todos se refieren como un visionario por apostar por plantar en suelos que, hasta ese momento, eran un auténtico socarral en el que nadie había confiado,
y quien además lograría llevar el agua a la zona. En 1914, Raventós adquirió 3.200 hectáreas en esta zona en las que solo quedaba un castillo en ruinas y un terreno desolado, pedregoso y árido, afectado por un duro clima continental, pero fueron estas difíciles condicioneslas que le atrajeron considerándolas ideales para elaborar vinos de marcada personalidad, pues lo que sí había comprobado era que la fruta que se daba en el Segre era aromática y rica, y eso le llevó a presuponer una buena calidad de la uva que se plantase en estas tierras. Así arrancaría el segundo gran proyecto de la familia Raventós que en estos momentos celebra sus cien años de vida.
Una vez construido en 1910 el canal de Aragón y Cataluña aumentó el área de regadío de la zona, devolviendo la fertilidad a la comarca del Segrià (cuya capital es Lérida), y situación que llevó a Manuel Raventós a abrir más de cien kilómetros de acequias que, desde el canal, llevasen el agua hasta Raimat. Luego, en 1918, se construyó la bodega –obra de Joan Rubió Bellver, discípulo de Gaudí–, e hicieron la primera vendimia, para seis años más tarde equiparse con la maquinaria más avanzada de la época. El pueblo de Raimat surgiría en torno a la bodega, y así empezaron a aparecer viviendas, la iglesia, el colegio…pues fueron muchos los emigrantes extremeños y andaluces que se irían a trabajar a esas tierras, como recordaba el director de viticultura del grupo Xavier Farré, biznieto del fundador al igual que Mar Raventós, presidenta del grupo Codorníu, la empresa familiar más antigua del país (1551), inventora del cava, y que aún hoy sigue siendo eso, un negocio familiar. En el caso de Raimat, ya está trabajando la cuarta generación de la familia. “Nuestros abuelos supieron transmitirnos el amor por la tierra, por nuestra tierra”, apuntaba Mar Raventós el día que la casa celebraba tan importante cumpleaños.
Elaborados solo con uvas propias (poseen unas 2.200 hectáreas de viñedos), los vinos de Raimat apuestan por la diferenciación que les confiere el lugar del que proceden, el suelo, la viña, el clima, además de ser un centro de I+D para el grupo dada su apuesta por la sostenibilidad, el medio ambiente y el respeto a la tierra (algunas de sus uvas acaban en los mejores cavas de Codorníu), seña de identidad, también, de la DO a la que pertenecen, Costers del Segre. La totalidad de la producción de la bodega está certificada como viticultura integrada, y una parte como ecológica.
Pero volviendo a la historia de la casa, en 1970 plantaron las primeras variedades foráneas, hasta entonces inéditas en la península, como la cabernet sauvignon, merlot o chardonnay, y con ellas nacieron los primeros vinos con marca Raimat. Luego, a finales de los ochenta llegó la nueva bodega, obra del arquitecto contemporáneo Domingo Triay, y se planta un nuevo viñedo sobre el terreno que la corona.
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El momento bien vale un estreno
Tras cien años de historia, la ocasión merecía ser recordada con una nueva elaboración y el equipo de enólogos ha presentado Raimat 100 2013, un blanco sin madera procedente de sus mejores parcelas de chardonnay y xarel.lo en suelos de textura franca-arcillosa, calcáreo y con bajos niveles de materia orgánica. Joan Esteve, uno de sus enólogos, explica que se localizan en las faldas de las colinas de Raimat, con una clima continental de extremos (17 a 33 grados, contraste de noche a día) y sobre el terreno una capa de arenas compactadas que limitan el crecimiento de las raíces de la viña, con lo que son viñas de menos vigor. Con la chardonnay, que supone el 55% en el coupage, han trabajado con sus lías y maceración de las pieles buscando la máxima expresión (untuosidad, volumen) de unas viñas plantadas en 2001, mientras el 45% de xarel.lo, con unos 28 años de edad, aporta consistencia y frescura. Durante el proceso de selección de las uvas, los enólogos han realizado cientos de microvinificaciones y desarrollado una de clasificación de viñas para asegurar la elección de las que han considerado las mejores parcelas. El vino sale con una producción limitada de 603 botellas que estarán en el mercado durante el primer semestre de 2015, a un precio que rondará los 50-60 euros.
Pero además de hacer un vino, Raimat ha inaugurado una sala museo en la bodega donde una exposición de fotografías recorre los cien años de historia de esta casa, y de sus cuatro generaciones, centrando su atención en los momentos más emblemáticos, desde sus primeras plantaciones, los primeros vinos, pasando por los distintos proyectos de innovación y viticultura que han puesto en marcha. Está ubicada en la zona que comunica la bodega original (1918) con la ampliación de Domingo Triay. Un cumpleaños muy especial y acontecimientos que lo harán inolvidable.
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