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Madrid, 3 de diciembre de 2014. MS. – Requiere ponerse en antecedentes para valorar el encuentro en su justa medida. Lo primero de todo es reconocer que se trata de una cata histórica, de una de las mejores cosechas de Rioja, y como tal la disfrutamos. Y luego valorarlas como once joyas enológicas, once vinos elaborados en el año 64 y que ahora se recuperan de manera excepcional para celebrar el cincuenta cumpleaños de una añada memorable, como dicen los enólogos que pudieron elaborarla.

La cata ha sido organizada por el Consejo Regulador, que ha logrado reunir once vinos en representación de aquel año, todo un éxito si se tiene en cuenta que en 1964 las bodegas que embotellaban en la zona eran tan solo 26 (actualmente son 680). A partir de aquí, lo más reseñable de la cita es haber podido comprobar la capacidad de envejecimiento de esas reliquias, más allá de que el paso de los años haya hecho más o menos mella en todas ellas.

Los vinos presentes fueron Campo Viejo Reserva ‘64 (Bodegas Campo Viejo); Royal Reserva ‘64 (Bodegas Franco-Españolas); Monte Real Gran Reserva 64 (Bodegas Riojanas); Faustino Gran Reserva ‘64 (Bodegas Faustino); Marqués de Legarda Reserva ‘64 (Bodegas de la Real Divisa); Reserva Especial 64 (Bodegas Martínez Lacuesta); Honorable Gran Reserva ‘64 (Bodegas y Viñedos Gómez Cruzado); Viña Turzaballa Gran Reserva ‘64 (Bodegas Ramón Bilbao); Viña Real Reserva Especial 64 (CVNE); ‘64 (CVNE); Marqués de Riscal ‘64 (Bodegas de los Herederos del Marqués de Riscal) y Conde de los Andes ‘64 (Federico Paternina). Casi todos resultado de la mezcla de las distintas variedades que en aquel momento había en la zona, y es que entonces no se valoraban, como sucede ahora, términos como variedad y territorio, conceptos que hoy aportan prestigio a los vinos.

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Pedro Ballesteros, único Master of Wine español, entre el sumiller riojano Carlos Echapresto (izqda.), responsable de la selección y presentación de los vinos, y el presidente del Consejo Regulador de Rioja, Luis Alberto Lecea (dcha.).

Para ubicarnos en el tiempo, Pedro Ballesteros, Master of Wine fue el encargado de presentar y dirigir la cata, para lo que contó con el refuerzo de Carlos Echapresto, copropietario del laureado restaurante Venta de Moncalvillo. Ballesteros recordó algunos datos importantes relativos a esos años. Comenzó por destacar que España era un país en construcción y el vino de calidad una minoría, “por lo que la añada del 64 fue un punto de inflexión que situó a Rioja como una región clásica”, para luego, concretando en lo regional, contar que Rioja exportaba dos millones de litros a Estados Unidos, o que la media de consumo al año eran 66 litros de vino por habitante, y 20 de cerveza. Respecto a la añada, contó que fue una cosecha de gran producción en la que apenas hubo podredumbre, y en la que, tras varios años lluviosos, 1964 fue seco, con un verano caluroso, y los 460litros/m2 de lluvia caídos se repartieron bien, incluidos julio y agosto.

La vendimia fue larga y tranquila, señalan desde el Consejo Regulador, las uvas entraron sanas en las bodegas, con buena graduación y alta acidez, color intenso y muy estable, “lo que favoreció las elaboraciones”, añaden. Se elaborarían 135 millones de litros en total, lo que se considera una cosecha muy abundante para la época pues la producción media era una 30% inferior. Pedro Ballesteros dijo además que por entonces no había acceso a los pesticidas y que la viña joven era la más abundante. El Master of Wine se mostró encantado con la experiencia, asegurando que “es un privilegio para nuestro país contar con una región como Rioja, que nos ofrezca el lujo de abrir 100 botellas del 64 y que prácticamente todas estén buenas. No encontraríamos en Burdeos o Borgoña tantas marcas con vinos del 64 y que estén tan bien”. Palabras de un auténtico entusiasta, pues la cata en sí generó entre los participantes opiniones variopintas y distintos favoritos.

Más allá de la valoración organoléptica de todos ellos, lo importante es el haber participado de una cata única de una de las añadas míticas de Rioja. Y eso sí, vinos, como destacó Ballesteros, que despiertan un gran interés entre los coleccionistas de todo el mundo, disparando sus precios, “hablamos de grandes conocedores en Hong-Kong, China, EEUU o Reino Unido que adoran este tipo de vinos, imposibles de imitar. Vinos convertidos en objeto de culto”.