Madrid, 8 de marzo de 2012.- RP.- Hay vida, o al menos potencialmente, en Zamora, más allá de la Denominación de Origen Toro. Y esa incipiente vida se llama Tierra del Vino, una región que desde hace apenas cinco años cuenta con el reconocimiento de Denominación de Origen.
Los comienzos, vino del medievo
Sin embargo, Tierra del Vino de Zamora tiene una historia que hace que sus habitantes comenten que allí se ha hecho vino “desde siempre”. Ya existían escritos medievales que hablaban de la región con ese nombre, haciendo de ella la única con un topónimo que alude a su historia y tradición vinícolas.
Sus dominios abarcan 56 municipios de las provincias de Salamanca y Zamora, todas ellas al sudeste de esta última.
A pesar de que la viña ha estado en Tierra del Vino desde tiempos inmemoriales y de haber sobrevivido en su mayor parte a la filoxera, sus viñedos sucumbieron finalmente ante la dañina Ley Nacional del Trigo y la Política Agrícola de la Comunidad Europea, por la que las plantaciones de cereales recibieron subvenciones más generosas que los beneficios que daba entonces la viña. La consecuencia, unida a los movimientos del campo a la ciudad y la introducción del regadío, fue la desaparición de grandes extensiones de viñedo, en muchas ocasiones de viña vieja.
enólogo del grupo AvanteSelecta.
El renacer
Con la llegada de pioneros como Alejandro Fernández a esta tierra y la agudeza de visionarios como Manuel Fariña, que también tiene viñedo en la región, Tierra del Vino volvió a tomar cuerpo y a despertar interés, aunque con mucho menor brillo que la vecina región de Toro.
Aunque la categoría de Vinos de la Tierra “Tierra del Vino de Zamora” lleva en marcha desde finales de los noventa, no ha sido hasta hace un lustro cuando ha tomado cuerpo de Denominación. Hoy día, la DO consta de nueve bodegas, la mayoría de ellas microbodegas o cooperativas, o bodegas de amigos y de pequeño tamaño, volcadas en la elaboración de tintos de Tempranillo (allí llamada como en Ribera del Duero, Tinta del País) y blancos frescos a base de Verdejo y Malvasía.
A pesar de tener ahora entidad de DO, hay importantes proyectos vinícolas que han decidido no acogerse a ella, y mantener en su contraetiqueta el nombre genérico de “Vinos de la Tierra de Castilla y León”. Es el caso de los dos pioneros antes mencionados, Fariña y Fernández, y el de Bodegas Tritón, hoy propiedad de la familia Gil y fundada por Jorge Ordóñez, de Orowines. Esta bodega también elabora vinos con Prieto Picudo leonés y Mencía berciana, y posee una parcela dentro de ámbito de influencia de la DO Toro, aunque no está acogida a ella. Otra de las bodegas ausentes en Tierra del Vino de Zamora es Dehesa de Cadozos, con parte de su viñedo dentro de la delimitación de esta DO.
Los que sí están
Sí decidieron formar parte de la Denominación las Viñas del Cénit, en su origen propiedad de Orowines pero ahora en manos del grupo AvanteSelecta (que posee bodegas como Naia, en Rueda, Domino de Atauta, en Ribera del Duero o Viña Nora, en Rías Baixas). Esta bodega parece llamada a liderar en estilo y calidad el rumbo de la denominación, especialmente gracias al reconocimiento que en poco tiempo ha alcanzado su vino top, Cénit Tinto, hoy conducido magistralmente por la enóloga de la bodega, Almudena Alberca.
Las otras ocho bodegas se mantienen aún a distancia de la de AvanteSelecta, aunque poco a poco van apareciendo vinos que conviene no perder de vista, como los modestos Proclama de Bodegas el Soto Sociedad Cooperativa, que posee viñedos plantados en pie franco y un 70 por ciento de ellos son centenarios; o los Gavión de la Cooperativa Viña Escuderos, especialmente sus tintos de Reserva y Crianza, del que destaca el potencial de su añada 2009, o los dos tintos de la Bodega Teso Blanco, una sociedad fruto de la pasión de unos amigos que se reúnen para hacer “grandes vinos”, en palabras de uno de los socios. En el camino han empezado con Sexmil y Dominio de Sexmil.
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