Madrid, 3 de julio de 2017. MS. – A orillas del río Jamuz, en el municipio leonés de Herreros del Jamuz, se encuentra esta joven bodega, Fuentes del Silencio, en un valle plagado de cepas viejas pues las más jóvenes tienen 60 años siendo la mayoría viñas centenarias y prefiloxéricas. Y es el que Valle del Jamuz ha sido históricamente tierra de vinos, aunque luego se haya convertido en otra víctima del abandono y la despoblación del territorio.
Ésta fue una de las razones que contribuyó, hace cuatro años, a que Miguel Ángel Alonso y María José Galera, su mujer, tomaran la decisión de poner en marcha su proyecto vinícola, Fuentes del Silencio. Intentar asentar una población aparte de defender las cepas y viñas locales, autóctonas, para “recuperar y revalorizar la tradición vinícola del Jamuz”. Para ello, a día de hoy cuentan con 20 hectáreas en vaso rastrero de las que doce, explican, estaban muy abandonadas o desaparecidas entre bosques, conviviendo con jaras y encimas. Se localizan a una altitud entre 800 y 900 metros (donde disfrutan de un clima más continental), a ambos lados del río, en suelos de baja fertilidad, mayoritariamente ácidos, con escasa materia orgánica, de textura franco limosa-arenosa, abundante piedra y materia silícea.
Cepas todas en vaso, muy viejas, repartidas en microparcelas (que van adquiriendo poco a poco), y a las que practican una poda rastrera dada su fisonomía. Con abundancia de prieto picudo y mencía, también tienen viñas de Alicante bouchet (garnacha tintorera) además de blancas de palomino y algo de godello. Protegidos por el monte Teleno, con una altitud de 2.188 metros, disfrutan de una exposición solar de las más altas del país, destacan, y desde hace dos años trabajan con el valle dividido entre norte y sur dadas las particularidades observadas la viña de cada lado.
La enología es cosa de la joven Marta Ramas, con el asesoramiento del mediático y referenciado Raúl Pérez. Marta, con 33 años, ha realizado elaboraciones en diferentes puntos del mundo (estuvo cinco años en Grand Cru Classés de Burdeos, luego en Nueva Zelanda y California), volviendo a España hace cuatro años. Practican una viticultura de poca intervención, y reducen el empleo de tratamientos químicos a lo indispensable.
En este momento elaboran tres vinos, un rosado y dos tintos, todos de producción limitada y vinos en los que buscan reflejar el origen, esto es, la localización, el clima y la tradición vinícola. Salen como IGP Tierra de Castilla y León aunque están realizando los trámites oportunos para convertirse en pago “por lo diferentes que somos”, dice Miguel Ángel.
Su primera añada fue 2014, pero a partir de la siguiente, explicaba Marta, empezaron a trabajar de forma más selectiva tanto en la localización de viñedos, como en la selección de uva y en la bodega. Otra de sus primeras decisiones, continúa, ha sido reducir la presencia de madera en las elaboraciones, para lo que ya trabajan con barricas de 500 litros, “y, a corto plazo, tal vez comencemos a emplear hormigón y ánforas”.
En cuanto a la gama de vinos, Aromas del Silencio (en este momento su rosado) procede de diferentes parcelas del valle con características semejantes y por lo que se vinifican de forma conjunto. Al contrario de lo que hacen para Fuentes del Silencio, un paso más en cuanto a selección y por lo que vinifican cada parcela por separado.
Aromas del Silencio rosado 2016 (12 € aprox.) es un monovarietal de prieto picudo, limpio, sencillo, con buena fruta roja pero también notas dulces (a causa de sus 6 gramos de azúcar) que se imponen en la boca. En la segunda línea de producto se sitúa Fuentes del Silencio 2015 (18,50 €. Seis mil botellas), procedente de la viñas del sur del valle, con suelos más fríos y protegidas por el Teleno. Se compone de un 60% de mencía con 20% de prieto picudo y otro 20% de Alicante bouchet, y tiene una crianza de un año en roble francés (30% muevo) de 225 litros. Un vino reflejo de esas tierras leonesas, de media persistencia, con cierta rusticidad, notas vegetales y donde destaca la fruta, roja y ácida. La siguiente añada, adelanta Marta Ramas, ya hace la crianza en barricas de 500 litros y la fermentación en foudres de madera, todo con raspón. Una 2016 que procederá, además, de una única parcela, mencía en su mayoría, y que saldrá en enero del próximo año.
Fuentes del Silencio Cepas Viejas 2015 (22 €. 4.000 botellas) es “una declaración de intenciones de lo que será el futuro de la bodega”, declara su autora. Elaborado a partir de los viñedos del páramo norte del valle, de la zona más expuesta a la corriente del monte, la mencía representa en torno al 70-80% del coupage, que se completa con prieto picudo y Alicante bouchet. Ha permanecido doce meses en roble francés de gran volumen, nuevo un 30%, y muestra mayor complejidad aromática. Elegante, fino, con fruta roja, en confitura, claros aromas lácticos, recuerdos minerales. Boca equilibrada, tanino pulido, con nobles aromas de su crianza y de paso fluido. Vino muy agradable en su conjunto.
Como curiosidad, contar que el nombre de la bodega se debe a la cantidad de reservas de agua que había en Herreros del Jamuz, y por lo que se conocía como “el pueblo de las fuentes”.
Deje su comentario
Debe estar logged in para comentar.