Los poderes de La Rioja

Logroño, 16 de septiembre de 2010. UPM. Grandes de La Rioja cumple diez años y seis ediciones. La cata profesional que se ofrece con carácter bienal a la prensa especializada de todo el mundo está organizada por la Consejería de Agricultura del Gobierno de La Rioja y dirigida por el equipo de VadeVino Editorial, editora de la revista PlanetAVino y de la Guía Proensa. La iniciativa es un escaparate en el que una selección de las más destacadas bodegas de La Rioja muestra sus mejores elaboraciones. La iniciativa se ha consolidado como una cita reconocida por algunas de las firmas más relevantes de la prensa especializada internacional y ha suscitado el interés de las restantes bodegas de la DOC Rioja. En esta edición se barajó la posibilidad de ampliar el ámbito a toda la denominación de origen y no limitarlo a las bodegas de Comunidad Autónoma de La Rioja, aunque finalmente no se llegó a un acuerdo con el Consejo Regulador ni con las otras administraciones autonómicas implicadas.
Grandes de La Rioja tiene una vertiente pública en la muestra Paseos por los Grandes de La Rioja, abierta a profesionales y al público en general, que, mediante el pago de una entrada de 20 euros, puede acceder a los mismos vinos que catan los periodistas invitados. En esta ocasión se abrió una sesión especial para la hostelería. Sumilleres y propietarios de restaurantes de La Rioja se unieron a una expedición de cincuenta profesionales llegados expresamente desde Madrid para una cata privada que tuvo lugar el domingo día 12 en el suntuoso escenario del Círculo de Logroño, el mismo en el que en los dos días siguientes se desarrollaron las sesiones de cata.

Bodegas punteras

Grandes de La Rioja se estructura en dos vertientes: la cata profesional y el recorrido por diferentes bodegas de la región. El objetivo es ofrecer no sólo una muestra significativa de los vinos sino también mostrar el paisaje y las bodegas y facilitar el contacto con las gentes que elaboran los vinos. Así, durante los cinco días de duración de la iniciativa los invitados pudieron visitar un total de doce bodegas escogidas entre las más significativas de La Rioja, bien por su historia bien por su dimensión presente y futura bien por ser proyectos novedosos de interés.

El ciclo se abrió en la noche del día 9 y la encargada de dar la bienvenida al grupo y abrir el certamen fue Bodegas Darien, una bodega vanguardista en su diseño arquitectónico y en su equipación enológica que se va abriendo un hueco en la elite del vino riojano, con vinos como los tintos Darien o un buen Delius a los que sólo sobra un punto de protagonismo de las buenas maderas de crianza.

La mañana del día siguiente se dedicó a la subzona Rioja Baja, con protagonismo para dos bodegas de marcadas diferencias en su filosofía pero que coinciden en un momento muy interesante de su trayectoria. En Bodegas Viña Herminia, firma en la que el jerezano grupo Caballero colabora con la cooperativa de Aldeanueva de Ebro, la mayor de la región, se inicia un giro desde parámetros más comerciales hacia vinos de mayor empaque e interés; la llegada de un enólogo de valía e ideas jóvenes, David Bastida, es la plasmación de ese cambio que ya se empieza a ver en los vinos.

La otra bodega es la casa de toda una estrella del firmamento enológico español como Álvaro Palacios. Tras sus innegables triunfos en Priorato y Bierzo, el riojano volvió a los feudos familiares para hacerse cargo de Bodegas Palacios Remondo y de su espléndida finca La Montesa, que extiende en una ladera de la sierra de Yerga cien hectáreas de un viñedo en el que la uva Garnacha va adquiriendo cada vez más protagonismo. El tinto Propiedad refleja ese mayor protagonismo y la maestría de un soberbio diseñador de vinos modernos como Álvaro Palacios, pero no hay que perder de vista al más accesible La Montesa.

En el Barrio de la Estación

Otra de las estrellas de La Rioja es Bodegas Roda. El más reciente de los vecinos instalados en el barrio de la Estación cerró la jornada con una de sus espectaculares catas verticales: todas las cosechas de su Roda I, que mostró grandeza en la mayor parte de las añadas, pero de forma especial en unos sensacionales ’94, ’01 y, sobre todo, ’04. En la cena posterior se pudieron catar los Cirsion y Roda vigentes y el nuevo y un tanto discutido Sela, un tinto joven al que la frescura no desdibuja su parentesco con sus hermanos mayores.

Al día siguiente el grupo volvió al barrio de la Estación jarreño por un medio inusual: el ferrocarril. Se embarcó en el Trenpranillo, un tren especial dedicado al enoturismo que tiene paradas en Briones y Haro en un recorrido que incluye visitas a bodegas. Los viajeros se apearon en la estación de Haro, un lugar clave en la historia del rioja moderno y se dirigieron a dos de las casas centenarias del vecindario, La Rioja Alta y R. López de Heredia Viña Tondonia, dos grandes casas que forman parte imprescindible de los orígenes del rioja moderno y que ofrecen dos caras diferentes del clasicismo, la primera abriendo un prudente camino de renovación sin despegarse de sus raíces y la segunda sólidamente fiel a los esquemas que la encumbraron hace más de cien años.

Tras esa especie de parque temático o polígono bodeguero que es el barrio de la Estación, el grupo cambió de forma radical de escenario y se desplazó unos pocos kilómetros para completar la jornada matinal en la espléndida hacienda vitícola de la finca La Emperatriz, situada junto a la carretera que va de Haro a Santo Domingo de la Calzada. Una amplia parcela aireada y de terreno pedregoso, que fue propiedad de la emperatriz Eugenia de Montijo y de la casa de Alba y está coronada por las modernas instalaciones de Bodegas La Emperatriz. Es una firma bastante joven pero que hay que seguir de cerca. Está entrando en la elite del rioja con un estupendo varietal de Garnacha y un moderno blanco de Viura al tiempo que crece en calidad el resto de sus vinos.

Más joven aún es la casa riojana del grupo Avante Selecta, uno de los más pujantes de España, que estrenaba su nuevo nombre, Bodegas Óbalo, en sustitución de la denominación Bodegas Mil Cientodós con la que dio sus primeros pasos. Estrenaba también sus nuevos vinos, dos tintos Óbalo, crianza y media crianza, y el tinto de selección Altino, en los que muestra la tendencia vanguardista que anima a la casa aunque en alguno de ellos se percibe cierta precipitación en su lanzamiento al mercado.
Los ciclos de visitas se completaron el lunes con una comida en Bodegas Marqués de Cáceres, que está celebrando su cuarenta aniversario y se ha volcado con Grandes de La Rioja con dos actos: la comida a la prensa invitada, a la que asistió el presidente del Gobierno de La Rioja, Pedro Sanz, y otra ofrecida el día anterior a los cincuenta sumilleres que acudieron a catar los vinos en una jornada exclusiva dedicada a la hostelería de la exposición Paseos por los Grandes de La Rioja. La cena tuvo lugar en Bodegas Lan, que sorprendió por tener ya sus lagares abiertos y estar inmersa en la vendimia de las viñas de su finca Viña Lanciano, situada junto al Ebro a pocos kilómetros de la bodega de Fuenmayor.
El último día, el martes, el fin de fiesta estuvo acorde con el gran nivel del ciclo. La comida fue ofrecida por Bodegas Dinastía Vivanco, que, además, abrió las puertas de su espectacular Museo Dinastía Vivanco de la Cultura del Vino y sus colecciones de objetos, algunos milenarios, relacionados con el cultivo de la vid y la elaboración y el consumo del vino. Inmediatamente, el grupo se trasladó al otro lado del Ebro, a Señorío de San Vicente, donde la familia Eguren ofreció una cata de los vinos estelares de sus dos bodegas de La Rioja: Señorío de San Vicente y Sierra Cantabria. Los magníficos Organza, San Vicente, El Bosque, Sierra Cantabria Colección y el sensacional Amancio acompañaron a la cena, todo un broche de oro para el décimo aniversario de Grandes de La Rioja.

Más de cien vinos a fondo

Las mañanas del lunes y del martes se dedicaron a la cata profesional, que estrenaba escenario. Después de tres ediciones en el palacio de congresos Riojaforum, Grandes de La Rioja se mudó a una sede más clásica: el salón central del Círculo Logroñés, edificio de 1917 situado en pleno centro de Logroño en el que han tenido lugar los acontecimientos sociales relevantes de la ciudad durante casi un siglo. Un lugar amplio y suntuoso para dos jornadas de trabajo en las que ochenta y dos bodegas de La Rioja pusieron sus vinos estelares a disposición de los periodistas invitados. Un vino por bodega en una selección realizada por los organizadores de la cata en un proceso que también fue novedoso.
En las ediciones anteriores las bodegas las seleccionaban el vino que participaba en Grandes de La Rioja. La organización los sometía a una cata de selección en la que se establecía su orden de aparición en la muestra. Este año ha sido la organización la que ha decidido los vinos participantes y los ha seleccionado siguiendo tres criterios. En primer lugar, los vinos que han sido mejor valorados por las cinco guías españolas más destacadas (Anuario de Vinos, Goumets, Peñín, Proensa y Todovino), con la premisa de que obtengan una media superior a 80 puntos y aparezcan al menos en tres de las guías. En segundo lugar, se han incorporado los vinos más destacados entre los que participaron en anteriores ediciones del certamen. Finalmente, el número de ha completado con otra serie de vinos considerados de interés por su presencia reciente en la prensa nacional e internacional o por ser novedades dignas de ser resaltadas.

Esa selección de las primeras marcas de las mejores bodegas de La Rioja se completó con cuatro catas temáticas preparadas con otros tantos grupos de vino de plena actualidad: los blancos y rosados, que están experimentando un aumento de la demanda en los mercados internacionales, y los gran reserva, un tipo de vino que parecía un tanto arrinconado pero que parece estar en puertas de un proceso similar al de blancos y rosados. Finalmente se ofreció una selección no menos de actualidad de vinos que se venden a menos de euros en las tiendas especializadas españolas.

Cata cargada de estrellas

Fueron un total de 125 vinos que se distribuyeron en dos tranquilas sesiones de cata, que, con los descansos necesarios, se prolongaron desde las ocho y media de la mañana hasta cerca de las dos de la tarde. Vinos históricos y otros más modernos que constituyeron una panorámica de todos los estilos de vinos tintos que conviven en La Rioja y que son reflejo de la sabiduría enológica que se ha desarrollado a lo largo de más de un siglo de historia del vino en la región. Son muestra también del desarrollo de uno de los grandes nombres del vino mundial, una región en la que, como corresponde a las zonas productoras más importantes, guarda en sus bodegas todas las tendencias a través de vinos de alta calidad y prestigio incontestable.

En la cata se pudo comprobar la evolución del vino de La Rioja, que en algún tiempo parece que se pugnó por detener en un afán suicida de dar una imagen uniforme, como de foto fija, contraria al pulso normal de las bodegas en la zona. Así, entre los vinos se podían ver desde los grandes clásicos hasta la última vanguardia.

Estaba la mejor versión del “vino fino de Rioja”, el perfil del vino que se aprecia en ciertos mercados, como tradicionalmente en el Reino Unido, pero que está cobrando nuevos bríos, tal vez como reacción ante los excesos de pastosidad y alcohol de un perfil de vinos del Nuevo Mundo. En esa tendencia cabe contemplar la incipiente revitalización que parecen experimentar vinos como los gran reserva y también los blancos y los rosados, con los que se reivindica el trago largo y fácil frente al poderío carente de sutileza que se asocia a una determinada y bastante contestada corriente de opinión de la prensa especializada anglosajona.
Junto a esos grandes clásicos, las nuevas tendencias que también dan respuesta de frescura y sutileza a eso que se ha venido a calificar como vino-mermelada. La vanguardia reivindica la fruta y el terruño, ha superado la obsesión por el color intenso, con lo que se moderan los taninos y el cuerpo y el vino gana en fluidez y en frescura, y ha moderado el papel de la madera, que, por sofisticada que sea, se acerca a su posición ideal de complemento y palanca que resalte los rasgos frutales. No se renuncia a elaborar vinos de largo recorrido pero se busca la cuadratura del círculo de un perfil maduro y nada agresivo y una buena capacidad de evolución futura.

Entre ambos extremos, que se tocan en factores como la fluidez pero poco más, cabe toda una gama de posiciones intermedias y de estilos más o menos superados que las bodegas de La Rioja conservan porque el consumidor es igual de diverso que los perfiles posibles de vinos. Cada uno busca su perfil de consumidor, eso de los nichos de mercado que suena tan tétrico, y hasta en las gamas populares, las de los vinos de gran tirada y venta en gran superficie, se ve que han calado las tendencias de moderación de las maderas, con vinos más carnosos y frutales, aunque perviven lo del viejo estilo más esquelético y cargado de madera que algunos interpretan como auténtico rioja.