Madrid, 15 de enero de 2019. MS. – Suelos, viñas, ubicación, orientación. Tras varios años observando el comportamiento de cada viñedo en cada una de sus localizaciones, la bodega ribereña del grupo Codorníu ha sacado al mercado sus tres vinos de pueblo con los que reivindica el origen y con ello la riqueza y diversidad del territorio.

Sin duda, vinos que representan la evolución de una bodega que lleva ya casi dos décadas elaborando en Ribera del Duero desde el municipio vallisoletano de Curiel de Duero. Laalcubilla primera elaboración desde el origen llega con Páramos de Legaris, a partir de viñedos ubicados a unos 900 metros, en los páramos de mayor altura, y la añada 2015 procede de una selección de tres páramos (Peñafiel, Pesquera de Duero y Moradillo de Roa). La materia prima, un tempranillo de clima extremo que favorece la frescura. Luego, Jorge Bombín, director técnico de la casa, opta por levaduras autóctonas además de reducir la crianza a 9 meses de barrica en ésta su segunda añada. Es ésta la razón por la que lleva contraetiqueta genérica, “pero no nos importa, aparte de ser una tendencia en auge en la Ribera”.

El siguiente paso lo dan ahora con estos tres nuevos vinos de pueblo, en ediciones limitadas y numeradas de unas dos mil botellas (entre 1.800 y 2.200), procedentes de tres municipios bien diferenciados en la zona, en pro de mostrar su tipicidad “porque defendemos que la Ribera tiene gran heterogeneidad”, apunta Bombín. El resultado, tres elaboraciones de tinto fino, cultivado en tres localidades distintas, que se estrenan con la añada 2015: Alcubilla de Avellaneda (Soria), Olmedillo de Roa (Burgos) y Moradillo de Roa (Burgos). Tres entornos, tres microclimas y, por tanto, tres vinos.

Alcubilla de Avellaneda 2015 (32 €). De una viña en ladera de 20 años, a 926 metros, en suelo arcilloso, con contenido en hierro, elaborado en lagares abiertos de 2.000 olmedillokilos. Tiene una crianza de 20 meses, en barricas de 225 y 500 litros (éstas nuevas), y un posterior reposo en huevo de hormigón durante dos meses de verano “para estabilizar y redondearlo”, explica su artífice. Elegante, fino, equilibrado, fluido, sutil, más amable que estructurado, más aromático que carnoso. Aromas de fruta roja golosa, fresca, fruta de hueso, tofe, con iniciales notas de cuero que desaparecen, toque especiado y fondo floral. Tanino integrado y final fresco. No voluminoso pero sí elegante y muy apetecible en este momento.

Olmedillo de Roa 2015 (35 €). Una de las zonas clásicas de la Ribera, de viñedo viejo en vaso. De un viñedo a 820 de altitud, con 60 años de edad, en suelo y “maduración bastante temprana”, añade Bombín. Pasa por barricas de 225 litros y ha terminado también la crianza en cubo hormigón. Más crujiente, más voluptuoso, potente, con estructura y con tanino vivo en el final de boca que pulirá. En nariz destacan los aromas lácteos, de fruta negra, notas de su paso por barrica. Con frescura y buena acidez. De largo recorrido.

moradillo

Moradillo de Roa 2015 (30 €). En el sur de la provincia burgalesa, lindando con tierras segovianas. De un viñedo de 20 años a 973 metros, suelos pedregosos, de cascajo, “donde drena muy bien el agua”. De nuevo, crianza que combina barricas de 225 y 500 litros, con un posterior ensamblaje en acero inoxidable. Inicialmente más cerrado en nariz, resulta profundo, con una muy marcada nota mineral, junto a aromas tostados, de fruta negra madura, y pastelería (crema, coco, cacao). Un vino cuya maduración se ha llevado al límite de manera intencionada. Boca con menos volumen, intensa y persistente.