Madrid, 15 de abril de 2011.- RP.- Ayer se clausuró el Salón Internacional del Club de
Gourmets que hacía el número 25 de su historia y que, pese a la crisis, ha contado con una de
las mejores participaciones del sector vinícola de su trayectoria. De forma general, el salón ha
crecido más del seis por ciento en esta vigésima quinta convocatoria.
Han sido más de 180 las bodegas que este año han concurrido a las bodas de plata del salón,
con actividades que han colocado al vino como uno de los protagonistas de la feria, una de las
decanas en la gastronomía de nuestro país y un referente internacional en cuanto a productos
agroalimentarios de calidad. El director comercial de Cavas Gramona, Antoni Pérez, que es
habitual de Gourmets y su mostrador se convierte en un punto de encuentro, muestra su
satisfacción diciendo que tanto sus expectativas de venta como de acuerdos comerciales se
han cumplido en este año.
Catas, desafíos y grandes vinos
Durante el salón se han celebrado catas destinadas a conocer en profundidad vinos de
regiones españolas y también las propuestas y novedades de bodegas particulares.
Una de las convocatorias más sorprendentes fue la cata “Al filo de lo Imposible”, organizada
por Bodegas Barbadillo, en la que seis vinos elaborados por esta bodega (Castillo de San Diego,
el popular vino blanco de esta bodega, junto a la Manzanilla Solear, una manzanilla en rama,
Amontillado Príncipa, Palo Cortado Obispo Gascón y Pedro Ximénez La Cilla) midieron fuerzas
con gelatinas de sabores tradicionalmente imposibles o difíciles de combinar con cualquier
vino.
El reto se planteaba al comienzo complicado por sabores fuertes como el caldo de caballa, los
berberechos o las gambas, a los que hacían frente con más o menos defensas el Castillo de San
Diego y las dos manzanillas. Cuesta arriba se les ponía a los vinos cuando llegó la soja y la salsa
agridulce, pero tanto amontillado como palo cortado supieron estar a la altura, e incluso el PX
combinó aportando un abanico nuevo de sensaciones.
Llegaron después tres sabores que traspasaban ese filo de lo imposible: la alcachofa, enemigo
declarado del vino, que según gustos y comentarios pudo domar bien la manzanilla en rama,
compleja y potente, bien el palo cortado, contundente y lleno de matices; el wasabi, picante,
casi anestésico, al que solo el palo cortado pudo hacer frente; y un remate final aún más
cuesta arriba, pero no imposible: el chile, en esta ocasión de la variedad mexicana chicuacle,
que vencía al amontillado pero al que el palo cortado pudo presentar batalla en lo que el
presentador de la cata, el periodista José F. Ferrer, calificó como una “confusión de excesos”.
Fue esta una de las propuestas más atrevidas y desafiantes para demostrar que los vinos, en
este caso generosos de Jerez, ofrecen alternativas para combinar con gastronomía y crean
combinaciones complejas allá donde otras bebidas no alcanzan.
Un desafío supuso también la cata vertical de uno de los vinos más reconocidos del Priorat,
Clos Mogador, de manos de su creador, René Barbier. Reivindicando tiempo antes de catar los
vinos para que estos pudieran abrirse y mostrarse como él los ha concebido y los entiende,
Barbier dirigió una cata de siete añadas que, en línea con el propio carácter del vino, no se
degustó de forma lineal, sino dando prioridad a los propios vinos, dejándolos expresarse a
medida que iba pasando el tiempo. Desde el 95, para Barbier “el más joven de todos” y un
vino “que nadie ha entendido” al que aún le quedan años para crecer, hasta el 2005, el más
joven en tiempo y con unos matices frutales que a juicio del pionero del Priorat, “aún le queda
tiempo para mostrar mineralidad, el aporte del terreno” que es lo que pretende con Mogador.
Entre medias, las añadas 1997, 98, 2000, 01 y 02, con la mineralidad y la pizarra como nexo
de unión pero claramente en distintos momentos de su trayectoria. “Mogador es así, yo
apuesto por servirlo por copas, porque necesita horas para abrirse”, comenta este hombre,
considerado uno de los padres del Priorat y un abanderado de los vinos que expresan el
terreno y para el que Mogador, su vino más aclamado, “es toda mi vida”, comenta en
referencia a los años de trabajo en la región catalana.
Otra cata vertical fue la que realizó el enólogo de Viñedos del Contino, Jesús Madrazo, del
vino más especial de la bodega, su “Viña del Olivo”, elaborado en la mayoría de sus añadas
con un coupage de tempranillo y graciano, procedentes cada uno de una finca, y en alguna
ocasión añadiendo una pequeña proporción de mazuelo. Madrazo comentó seis añadas de
este vino, desde la primera que se elaboró, en 1995, hasta la de 2008. Durante la degustación
habló de este Viña del Olivo como un vino procedente de la parcela que le da nombre, y que
se caracteriza por una gran concentración de fruta, necesaria para hacer un vino que califica
de “tecnológico”, puesto que ha de aguantar la fermentación maloláctica y la crianza en
barricas nuevas sin perder carga frutal.
Además de Viña del Olivo (añadas 95, 99, 03, 05, 07 y08) Madrazo presentó el Contino Reserva
de 2007, aún inédito en el mercado, y una muestra de barrica del Contino blanco 2010 (viura
en su mayoría, con un 20 por ciento de garnacha blanca y algo de malvasía), un nuevo vino con
inspiración borgoñona elaborado sobre lías, al que aún le quedan algunos meses de crianza.
También adelantó que “si Dios quiere” sacarán al mercado un vino 100 por 100 garnacha.
En cata presentó también el chef Martín Berasategui dos vinos y dos licores que ha creado
junto al grupo bodeguero Familia Belasco. Los vinos son un blanco de verdejo de la DO Rueda y
un rosado de garnacha de la DO Navarra, mientras que los licores con una crema de orujo y un
licor de pacharanes, todos ellos pensados para combinar con alta gastronomía.
Vinos premiados y vinos para todos
La Guía de Vinos Gourmets, que este año alcanza su vigésima sexta edición, otorgó en el
salón sus premios vinícolas, que han recibido: Bodegas Remírez de Ganuza (Bodega del año);
Chardonnay 234, de Enate, DO Somontano (Mejor blanco joven); Viña Tondonia, de bodegas
López de Heredia, DOCa Rioja (Mejor blanco con crianza); Viña Aljibes, de Bodega Los Aljibes,
Vino de la Tierra de Castilla (Mejor rosado); Luberri, de Monje Amestoy, DOCa Rioja (Mejor
tinto joven); Pesus, de Hermanos Sastre, DO Ribera del Duero (Mejor tinto con crianza);
Juvé&Camps Reserva de Familia, de Juvé&Camps, DO Cava (Mejor espumoso); Manzanilla
Solear, de Bodegas Barbadillo, DO Jerez (Mejor generoso); Bodegas Santmery, de Madrid
(Mejor tienda especializada); y un premio especial para Marcos Eguren, propietario del grupo
de bodegas Eguren (Sierra Cantabria, Viñedos de Páganos, Teso la Monja y otras).
Los aficionados al vino encontraron de nuevo en el Túnel del Vino una ocasión para catar vinos
seleccionados y servidos por variedades como tempranillo, garnacha, mencía, chardonnay o
palomino fino. También se inauguró la primera Ágora del vino, espacio monográfico para estar
al día de la actualidad vitivinícola a través de las bodegas participantes.
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