Madrid, 30 de noviembre de 2017. MS.- Las fechas en las que nos adentramos son idóneas para regresos y presentaciones, y por esta razón muchas las bodegas que las tienen marcadas en el calendario para sacar sus vinos. Están los que regresan con la nueva cosecha, año tras año, y luego los que llegan por primera vez, como novedad, y cuyo perfil (por elaboración y precio) los hace merecedores de ser considerados un lujoso, y original, regalo de Reyes.
La Colección de Finos Palmas Tío Pepe, de González Byass, responde a ambas cosas, esto es, sale en noviembre, cuando se selecciona la saca de otoño, y es también un estupendo regalo para los más vinícolas. Cuatro joyas enológicas que reflejan las edades de Tío Pepe y su capacidad de envejecimiento. Proceden de la preselección de botas que cada año realiza Antonio Flores, enólogo de la casa, buscando esas en las que la flor ha contribuido a que ofrezcan unos matices especiales en cuanto a su limpieza, finura y delicadeza. Para esta saca del otoño 2017 ha contado con la colaboración de Pedro Ballesteros, el primer Master of Wine español, y juntos han elegido las soleras de palomino fino destinadas a Una (6 años), Dos (8 años), Tres (10 años) y Cuatro Palmas (más de 50 años), en función de su grado de vejez.
Esta colección de Palmas alcanza ya la séptima edición. Tío Pepe Una Palma (16,60 €) procede de una solera compuesta por 142 botas de las que se han seleccionado tres. En ellas la flor se mantiene viva, con aromas a frutos secos, fresco, claros recuerdos de manzana (buena acidez) y notas salinas. En Dos y Tres Palmas queda más patente como el velo se ha ido desvaneciendo con el paso de los años, por lo que ambos presentan notas oxidativas. Dos Palmas (24 €) procede de dos botas de una solera de 150, y muestra aromas almendrados, yodados, de panadería, una frescura potente, amargor elegante y largo paso. De una única bota sale Tres Palmas (31,50 €), casi un amontillado porque el velo está casi desaparecido –sólo algunas ‘manchas’ en la superficie–, con toques más amielados, de caramelo, almendra amarga, boca cremosa y patentes recuerdos salinos. Elegante y persistente. Tío Pepe Cuatro Palmas (92 €) son palabras mayores, en su caso ya un amontillado muy viejo de una sola bota de la solera que envejece en la bodega La Constancia, una de las que conforman el conjunto monumental de González Byass es Jerez. Un vino sabroso, amplio, elegante, dominado por los aromas de yodo, notas de su crianza en barrica, frutos secos, recuerdos de barnices y un agradable y muy largo amargor final. Especialmente bueno este año y en un momento ideal para ser disfrutado.
Didier Belondrade, propietario de Belondrade & Lurton, en Rueda (La Seca, Valladolid), elige finales de noviembre para presentar la nueva añada del ‘grande’ de la casa; este año, Belondrade y Lurton 2016 (29,60 €), que saldrá al mercado a mediados de este mes. Recordemos, un monovarietal de verdejo, con crianza en barrica sobre lías de unos diez meses (pues varía en función de las añadas), y vino emblemático de la casa. Se elabora sólo con viña propia de 22 parcelas, “todas en cultivo ecológico”, subraya Didier Belondrade, con el que buscan “la expresión de la tierra de la que procede”, añade Marta Baquerizo, enóloga y directora de la bodega.
Una añada ésta que ha podido crecer en producción gracias a la adquisición de dos nuevas parcelas, Cruz y Alameda, alcanzando esas 22 parcelas y 40 hectáreas de superficie de viñedo (36 en producción), a una altura de unos 750 metros, con diversidad de suelos y viñas de entre ocho y cuarenta años. En total, 108.000 botellas además de 1.904 magnum, 202 jeroboams (3 litros) y 60 imperiales (de 6 litros).
Este 2016 se mantiene en el perfil de la añada anterior, con un mayor peso de la fruta y la madera más integrada pero sin perder la identidad que caracteriza a Belondrade y Lurton desde sus comienzos en 1996. Un vino complejo, con estructura y frescura, que presenta aromas de fruta de hueso, junto a notas de hierbas frescas y cítricas. Boca amplia y paso frutal.
En esta ocasión, además, la aparición del vino viene acompañada de “La CoLEcciÓn”, una edición limitada de seis botellas de Belondrade Quinta Apolonia 2016 (100 €) –en una bonita caja de regalo– cuyas etiquetas reproducen obras de seis destacados artistas escogidos por la Fundación arTe y ViNo que tiene la casa. Una edición limitada de mil unidades disponible en tiendas especializadas y a través de la propia bodega.
Sin abandonar tierras vallisoletanas, pero ahora en territorio de la Ribera del Duero, también Pruno 2016, de Finca Villacreces, llega en fechas navideñas y en packaging especial de edición limitada, versión magnum (25,90 €), para la ocasión. Aclamado después de hacer las ‘delicias’ de Robert Parker en varias ediciones por su relación “calidad-precio”, un sistema por cupos parece la forma más justa de asegurar que el consumidor pueda acceder a él, aseguran desde la bodega, pues dicen que la demanda duplica el número de botellas existente. De la añada 2016 sólo se han elaborado 524.330 botellas de un coupage de 90% de tinta fina con un 10% de cabernet sauvignon, procedente de las 64 hectáreas de viñedo que rodean la bodega en Quintanilla de Onésimo. Tras una crianza de doce meses en madera francesa, con fragancia y franqueza en nariz, percibimos aromas de fruta roja bien madurada junto a notas lácticas, torrefactadas y de finas maderas. Boca sabrosa, golosa y envolvente, con un buen equilibrio y paso de boca.
Para estas navidades, el embalaje elegido recoge la escultura que preside uno de los patios antiguos de la Finca y es un homenaje a los guardeses que durante años han vivido allí ocupándose de sus cuidados.
Nos trasladamos ahora a Rioja donde dos de sus firmas con solera lanzan al mercado novedades posicionadas en la gama top del vino español. Los reconocidos hermanos Eguren, desde su casa madre, Sierra Cantabria, presentan dos nuevos proyectos, Mágico 2010 y CVC 2008. Dos elaboraciones especiales con una larga historia detrás por los años que llevan trabajando sobre ellos.
Marcos Eguren, enólogo y artífice, comenta que Sierra Cantabria Mágico procede de un viñedo “que desde hace tiempo nos ha emocionado por su edad, diversidad, paisaje e incluso por su forma de transmitir fuerza, finura y pureza”. Un argumento que les animó a trabajar con él de forma exclusiva, en un principio separando las muchas variedades que reunía y vinificando sólo el tempranillo, “pero en los ensayos nos encontrábamos con un vino impactante pero no lo suficientemente cautivador”. Es la razón por lo que el año 2010 deciden elaborar todas las variedades juntas, “y el resultado fue realmente sorprendente”, añade. Es la cosecha que presentaban hace unas pocas semanas pero que no verá la luz hasta principios de 2019.
Procede de un pequeño viñedo, El Vardallo, situado en San Vicente de la Sonsierra, plantado e injertado tras la filoxera a principios del siglo XX, y que reúne tanto uvas tintas como blancas: mayoritariamente tempranillo, hay también garnacha, graciano, petit bouschet… junto a pequeños porcentajes de viura, torrontés o calagraño entre las blancas. Para su elaboración, fermenta en dos tinos de madera, uno destinado en exclusiva a la garnacha, y han hecho la maloláctica en roble nuevo francés. Elegante, profundo y de gran riqueza aromática. En boca se presenta firme, potente y con unos finos y bien integrados taninos. De gran recorrido y complejo final de boca. Con gran futuro. Han elaborado todas las añadas desde 2010, y a partir de la 2016 han decidido venderla en primeur.
Respecto a Sierra Cantabria CVC, responde al deseo de los Eguren de ofrecer un vino que, tras muchos años de envejecimiento, se mostrase complejo y en plenitud. Cuentan que la idea surge a raíz de probar un vino riojano de 1925, con 15 años de barrica, “que, después de ochenta años, se mantenía impresionante, lo que me impactó de manera muy especial”, recuerda Marcos. Se marcaron el reto y emprendieron la aventura, “lograr un vino excepcional que no parase de crecer y evolucionar con el tiempo”.
Lo primero, seleccionar un viñedo viejo expuesto al norte para lograr el frescor y la acidez necesarios para una larga crianza. El elegido se encuentra en la finca San Pelayo, en San Vicente de la Sonsierra, plantado en 1960 con un 90% de tempranillo, el único que emplean para elaborar este CVC. Decidido esto, a finales de 2016 ya contaban con 11 añadas que venían envejeciendo en barricas nuevas francesas cada una por separado. “Catamos y comprobamos que unas habían adquirido virtudes excepcionales mientras otras habían ido perdiendo cosas en la larga andadura, y al final escogimos tres: la 2008, fresca, con nervio y menos estructura; 2009, una añada cálida que mostraba un vino con cuerpo, glicérico, de una complejidad arrolladora, y la 2010 que es la añada del equilibrio, Si saber muy bien porqué, una vez juntas las tres resultaba un vino único, con una complejidad y finura que lo hacen inolvidable”. Es así como explicaba su hacedor el nacimiento de esta nueva elaboración, que el día de su presentación mostraba complejidad, carácter y elegancia. El envejecimiento medio de las tres añadas ha sido 70 meses, casi 6 años, y el ensamblaje final tuvo lugar en junio de 2015, pasando tres meses después a la botella. A día de hoy, es un tinto con cuerpo, nervio y complejidad. Buena expresión frutal y tánica pero que necesita desarrollo en botella para expresar su gran potencial.
En todo caso, ambos han sido pensados para desarrollarse en un largo periodo de tiempo, por lo que les quedan años para evolucionar y ensamblarse. Ese tiempo dirá, y dará o no la razón.
La otra firma, en su caso centenaria, es Bodegas Riojanas, con el lanzamiento de Albina Essencia, un vino que en nada se asemeja a lo que venía elaborando y que conocemos de la bodega, y que marcará un paso adelante en la histórica casa riojana.
Con más de 125 años (nace en 1890), y ahora el joven Santiago Frías a la cabeza como Director General, la firma entra en la gama top por la puerta grande con el nuevo Albina Essencia Reserva 2011 (200 € +IVA), una elaboración excepcional que además se presenta en una caja de lujo diseñada en exclusiva para este vino.
Sin perder un ápice el clasicismo que les define, su propósito era “ofrecer un vino que conjugue la máxima esencia de Rioja y el alma de Bodegas Riojanas”, explicaba Frías, quien lo ha presentado a la crítica especializada antes de lanzarlo al mercado a finales de noviembre.
Se trata de un auténtico ‘vino fino riojano’, con capacidad de envejecimiento y fruto de la máxima selección. Procede de 17 parcelas localizadas en la Rioja Alta, 16 de ellas de tempranillo y una muy pequeña de graciano, todas con más de 60 años y cepas de muy bajos rendimientos. Hizo la fermentación en depósitos troncocónicos con levaduras autóctonas, y posteriormente una maceración del vino con los hollejos durante 25 días, buscando mayor complejidad aromática y cromática. Para la fermentación maloláctica se utilizaron barricas nuevas de roble americano. Luego, la crianza la ha realizado en roble nuevo americano (85% de las barricas) y francés, por lo que en las primeras el tiempo de envejecimiento ha sido de 24 meses, mientras que en madera francesa ha sido de 18 meses. Una vez embotellado (12.000 botellas de esta primera añada), ha permanecido dos años en bodega antes de su lanzamiento. El resultado, un vino intenso, equilibrado y muy elegante, con aromas de frutos rojos en nariz, balsámicos, especiados, junto a notas de chocolate, café, vainilla, y toques de regaliz. Boca con estructura, equilibrada, fresca, con recuerdos de su crianza, buena acidez, paso fluido y persistente. Un vino excepcional por lo distinto que es de lo que venía haciendo Bodegas Riojanas hasta la fecha, y a su vez una primera muestra de lo queda por venir; el desarrollo del concepto “Essencia” podría, tal vez, contarse entre lo próximo. Se verá.
De temporada
La última novedad son los champagnes de la Maison Barons de Rothschild, que, desde el pasado mes de julio, distribuye el Grupo Bodegas Palacio 1984, en exclusiva para nuestro país. Con el Barón Éric de Rosthschild al frente, en esta empresa participan tres ramas de la familia, Château Mouton Rothschild, Château Clarke Edmond Rothschild y el mítico Château Lafite Rothschild, propiedad de Éric de Rothschild. La idea nace en 2002 y los primeros coupages se fechan cuatro años después, aunque no llegan al mercado hasta 2010.
A partir de una selección de “premier cru” y “grand crus” de las regiones de Côtes des Blancs y Montaigne de Reims, sacan al mercado tres champagnes de chardonnay (su variedad principal) y pinot noir: Blanc de Blancs, Rosé (con un 15% de uva tinta) y Extra Brut, con unos precios que rondas los 55-60 €. En total, una producción anual que no supera las 500.000 botellas. El Blanc de Blancs tiene una nariz elegante y aromática, con recuerdos tostados, junto a una boca ligera pero viva, en la que se impone la frescura. El rosado, de color provenzal (rosa claro), es pura fresa, fruta roja, un vino intenso, goloso y fluido. El Extra Brut es, sin duda, el hermano mayor, con un 60% de chardonnay y 40% de pinot noir. Con al menos cinco años de envejecimiento, es el más complejo y elegante. Intenso en nariz, con notas de frutos secos, fruta madura y recuerdos a manzana asada. Viva acidez, cremoso en el paso y con mayor persistencia.
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