Madrid, 13 de abril de 2016. MS. – En marcha desde hace cinco años, no ha sido hasta ahora que Martina e Ignacio Prieto han comenzado a presentar en sociedad su proyecto vinícola. Bodegas Prieto Pariente nace con la intención de elaborar tintos a partir de viña vieja seleccionada, en principio en la provincia de Valladolid aunque su búsqueda les ha llevado también, y por el momento, hasta la zona de Gredos (Ávila) y el Bierzo.
Tercera generación de la familia Pariente, vinculada históricamente al mundo del vino, a ambos les avala su experiencia profesional en Bodegas José Pariente (DO Rueda) junto a su madre, Mariví Pariente. Martina participa en la parte enológica, con Mariví, desde antes de terminar sus estudios universitarios. Por su parte, Ignacio se ocupa de los números y la parte comercial, la cosa más ardua y menos vistosa pero sin duda más que importante. Ahora, después de llevar años elaborando vinos blancos en Rueda, los hermanos Prieto Pariente tenían ganas de hacer tintos y poner en marcha un proyecto propio y es así como nace esta nueva firma bodeguera bajo indicación geográfica Vino de la Tierra de Castilla y León.
Antes de nada han estado tiempo buscando viña vieja además de altitud y orientación norte, los tres parámetros en los que insiste Martina al hablar de la procedencia de las uvas con las que están trabajando “pues ante todo buscamos un estilo de vino, fresco, amable, fluido, de corte atlántico, elegante, sin tanta extracción”. Con esta finalidad su incursión comenzó por la provincia de Valladolid, donde ahora disponen de viñas en Pedrosa del Rey, Valbuena de Duero y Mucientes. Es a partir de estas que desarrollan su gama de vinos “Páramos de Valladolid”, donde incluyen dos tintos y un blanco fruto de la casualidad. Si bien es cierto que su pretensión es desarrollar un proyecto de tintos, durante ese proceso de localización cuentan que encontraron una pequeña viña de viognier en la parcela de uno de sus proveedores “y nos parecía tan especial que optamos por elaborarla también, aunque es tan pequeña que solo nos ha dado para 3.307 botellas este año”, explica Martina. El resultado se llama Viognier Prieto Pariente 2015 (unos 15 €), cuya fermentación se realiza en grandes volúmenes de madera usada, en el que no hay intervención alguna y con una crianza del 50% en barrica de segundo uso y el resto en acero inoxidable con sus lías. Es un vino glicérico, con aromas de flores blancas, carnoso, con volumen en la boca y donde al final la golosidad se impone sobre la frescura.
En todo caso, su idea es hacer vinos en los que se intervenga lo mínimo posible, con maceraciones muy largas (tres meses o más), y tocándolo lo justo y necesario para evitar oxidaciones. “Pretendemos –añade– hacer vinos con mucha intensidad que, a partir de una selección buena selección en la viña, reflejen el lugar del que proceden”.
Por ahora, todo el viñedo con el que trabajan es arrendado, está distribuido en doce fincas cuya media de tamaño es poco más de una hectárea, y en la mayoría de los casos destinados a desaparecer si no se hubieran interesado por ellos. Luego, añaden de fuera de la provincia viña en Gredos, en concreto de Cebreros (Ávila) y otra en Bierzo.
Respecto a los tintos de la gama “Páramos de Valladolid”, recordemos que los dos elaborados con uvas procedentes de la provincia, el más joven, o hermano pequeño, es Prieto Pariente (50% garnacha, 50% tempranillo), con la añada 2014 en el mercado (17 €). Realiza la maloláctica en madera y después permanece once meses en barrica usada (¡de José Pariente, que para eso las tienes en casa!). Un vino fresco, aromático, fluido, de viva acidez, del que han sacado unas 8.700 botellas, dos mil más que de la primera añada. Origen de Prieto Pariente (28-30 €), con 70% tempranillo, 20% garnacha y 10% cabernet sauvignon, “es el vino que queríamos hacer cuando iniciamos el proyecto”, apuntan, y su nombre responde a que es con el que comienza dicho proyecto. Con cuerpo, elegante, fina riqueza aromática, notas de montebajo, tanino pulido, amable, profundo, con longitud en la boca. La cabernet (de una viña de unos 80 años plantada en Mucientes) le aporta frescura. Tiene una crianza de 17 meses y la añada 2014 saldrá en el último trimestre de este año.
Junto a estos vinos saldrán, por ahora, otros dos procedentes de las viñas que tienen fuera de la provincia vallisoletana y por lo que los llaman Confines. Confines de Gredos 2014 es una garnacha de Cebreros localizada a más de mil metros sobre suelos mitad de granito y la otra mitad de pizarra, y después saldrá Confines del Bierzo, aunque por ahora es sólo un proyecto del que nos hacen partícipes.
Lo que sí ya tienen para la próxima vendimia es bodega pues han alquilado una antigua, subterránea, en el pueblo de La Seca, donde centralizarán todo el trabajo.
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