Madrid, 13 de noviembre de 2015. MS. – Después de más de veinticinco años de vida, Viña Meín, con el conocido viticultor y bodeguero Javier Alén al frente, estrena ahora un nuevo proyecto en su bodega del Ribeiro, vinos de parcela a partir de la colaboración con los jóvenes Daniel Landi y Fernando García, enólogos de Comando G, la marca con la que elaboran sus propios vinos en diferentes rincones del país.
Ahora, fruto de ese acuerdo, Alén presenta tres nuevas elaboraciones, añada 2014, los blancos Tega do Sal y Viña Meín Fermentado en Barrica, uno de los iconos de la firma pero en el que Daniel y Fernando han comenzado a aplicar algunas modificaciones, pensando incluso en cambiar el nombre por Eiras Altas (algo que, señalan, sería fuera del mercado gallego), y por último el Tinto Atlántico.
Nuevas etiquetas con las cuales, en palabras de Javier Alén, “buscamos la excelencia. En este primer año ya estamos viendo las diferencias entre hacer las cosas de una manera y de otra, que es como vamos a funcionar a partir de ahora; creo que estamos haciendo las cosas mejor y se nota”, declaraba hace unos días en un encuentro con la prensa especializada. Por el momento, han pasado de hacer dos vinos a cuatro y en ningún momento ha negado que pueda llegar alguno más. En todo caso, el proyecto está empezando a rodar.
Por su parte, Fernando y Daniel dijeron que se han apuntado al proyecto confiados en el “enorme potencial que tiene la bodega, además de que Javier nos ha dado toda la libertar para trabajar y descubrir el Ribeiro”. A partir de la añada 2015 son ellos los responsables de toda la parte enológica, y su fin último, añadían, es hacer vinos de paisaje, que reflejen el lugar de donde proceden, rico en variedad de suelos y climas, a partir, exclusivamente, de las variedades autóctonas y para lo que están seleccionando viñedos más viejos de los que ya tenía la bodega. Luego, su filosofía de trabajo es hacer ecológico en todo lo posible seguros de las posibilidades de esta comarca vinícola para obtener blancos a la altura de los mejores del mundo.
Tega do Sal, cuyo nombre responde al de una de las dos parcelas de las que procede, con suelo arcilloso y fondo granítico, se compone de un 85% de treixadura, 10% de albariño y 5% de loureiro y, decía Daniel, “es nuestra primera aproximación a la zona, sin olvidar que es un vino que siempre va a ser fresco y fluido”. Tiene una medida crianza en barrica francesa, y la producción es de unas 2.750 botellas.
A partes iguales, treixadura y godello conforma Viña Meín Fermentado en Barrica, a partir de viñas de entre 20 y 30 años de edad, fermentado en roble y con una crianza sobre lías de nueve meses, “sin batonnage, con levaduras indígenas y sin perder la identidad de cada parcela de la que proceden”, apuntaba Fernando. Con este vino aspiran a transmitir la riqueza vitícola del río Avia, “pero de momento es un producto que está a mitad de camino de nuestro mensaje, pero buscaremos el enfoque porque también es verdad que este vino tiene un mercado y hay que respetarlo y seguir atendiéndolo”; reconocían.
Por último, Tinto Atlántico, a la venta a finales de este año, es un coupage de brancellao, caíño (“la delicadeza, la finura, la flor, lo etéreo”) y algo de sousón (“responsable de la estructura”), procedentes de una viña en bancales, de unos años y que tienen arrendada, “que nos dará grandes resultados en un futuro”, asegura convencido Daniel, “porque Galicia tiene excelentes condiciones para hacer tintos”. Al igual que hacen con los propios, en su colaboración con Javier Alén los tintos también los elaboran con raspón, vinifican por separado y huyen de las extracciones abusivas y de la madera nueva. La crianza, 20 meses en barrica usada de 500 litros y el resultado, unas mil botellas. Tres elaboraciones que, sin duda, suponen un paso adelante, por diferentes, en la trayectoria de Viña Meín pero que, como aseguraba Javier Alén, definen por donde va a discurrir el futuro de la bodega.
Otras novedades otoñales
No han sido el único estreno en los últimos meses. Otro de ellos es Numerus Clausus 2009, lo nuevo de la vallisoletana Finca Museum, en Cigales. A partir de cepas de tempranillo de cien años, procedentes de tres viñedos diferentes, a unos 800 metros de altitud, han elaborado 4.000 botellas de un vino exclusivo, reflejo de los pobres y variados suelos de los que procede. Después de una crianza en roble francés, ha permanecido 30 meses en botella antes de salir a la venta. Numerus Clausus (65 €) muestra complejidad, gran estructura, con una nariz donde se impone la fruta madura y las notas minerales, junto a especias y recuerdos balsámicos. Elegante, expresivo, equilibrado, mineral, de buen tanino y largo recorrido.
También hace unas pocas semanas se presentaba la añada 2012 de Termanthia, la marca top de las bodegas toresanas Numanthia, propiedad del grupo francés Louis Vuitton Moët Hennessy (LVMH). Un encuentro en el que poníamos cara a quien es el nuevo director de la bodega, Lucas Löwi, tras la marcha hace unos meses de Manuel Louzada. La firma, además, ha repartido sus funciones dejando la parte enológica a cargo de Stéphane Point, mientras Löwi dirigirá la bodega.
Vinculado al grupo desde hace ocho años, ha sido gerente de exportación de Bodegas Chandon Argentina hasta 2011 cuando fue nombrado gerente senior de desarrollo de negocios de Moët Hennessy Estates & Wines, centrándose en América Latina. Fue él el encargado de presentar la última cosecha de Termanthia (120-150 €) que sale al mercado.
Una añada aún bastante entera pero con una complejidad y corpulencia que le augura larga vida. Procede de un pago muy concreto en Valdefinjas (Zamora) que alcanza los 120 años, y después de pasar seis meses en barrica nueva de roble francés, suma 16 más en una segunda barrica nueva. Aromático, expresivo, notas de frutitos rojos, vainilla, chocolate, pimienta, hierbas aromáticas. En la boca refleja la frescura de la añada, al tiempo que resulta untuosa, muestra recuerdos de su crianza y un noble tanino que pulirá en la botella. El tiempo juega a su favor.
Otro estreno es el protagonizado por la riojana Izadi, en su caso motivado por la celebración de su 25 aniversario. Coincidiendo con este cumpleaños, Izadi Crianza (9 €), su vino emblemático, estrena imagen con la añada 2012. Ha pasado un cuarto de siglo desde su primera aparición, y para celebrar este cumpleaños la familia Antón ha decidido renovar su etiqueta, sin abandonar ni el triángulo que le es característico ni la tipografía. En lo que al vino se refiere, hijo de la Rioja Alavesa, es un monovarietal de viñas viejas de tempranillo (40 años de media), con 14 meses de barrica, que en nariz muestra frutos rojos, notas tostadas y especiadas. Boca equilibrada, fresca, donde a la fruta añade toques florales.
Es el caso también de Bodegas Lan, quienes presentan LAN Crianza 2011 (7,50 €) con un nuevo look en sintonía con la nueva etapa que emprende la firma; imagen renovada que lucen las diferentes elaboraciones de la gama LAN desde este otoño. Una evolución con la que muestran nuevos aires a partir de sutiles cambios como la reordenación de los elementos gráficos que identifican la marca. La etiqueta se hace más pequeña, se coloca más arriba, y se rodea de un trazo dorado actualizado, mientras el castillo, siempre presente, se redibuja y cobra protagonismo ahora fuera del espacio enmarcado. En su interior, mantiene la identidad. Un tempranillo, con un año mínimo de barrica, donde los aromas de fruta madura conviven con los de su crianza, mostrando un tanino dulce y buena persistencia.
Para terminar, la puesta de largo de unos blancos gallegos asentados en Rías Baixas, en el Valle del Salnés. Se trata de Bodegas Laureatus, propiedad de Laureano Oubiña y su hijo Fernando, conocidos y afamados por ser criadores de ostras y grandes distribuidores de marisco, pero también elaboradores de vino desde 2010, cuando sacaron su primera añada. Con 13 hectáreas de viñedo en propiedad, todo emparrado, hasta ese momento vendían su vino a la cooperativa.
Solo elaboran albariño y cuentan con cuatro marcas cuya producción ronda, en total, las cien mil botellas. Reveleste 2014 (9 €) es su vino más sencillo, del que hacen unas 30.000, una etiqueta fresca, frutal, en la que predominan las notas cítricas, y de paso fluido. De Laureatus 2014 (11 €) hacen 60.000 botellas, una etiqueta de buena relación calidad-precio, intensa en nariz, donde aparece fruta de hueso e hierbas aromáticas. Cierto volumen en boca, con la acidez bien compensada. Luego tienen Laureatus Lías 2011 (20 €) , con dos meses sobre lías y dos años de crianza en botella, elaborado con sus viñedos más viejos, de más de 30 años, muestra notas minerales y de fruta madura junto a toques especiados; y Dolium Laureatus 2010 (25 €), que añade a sus 8 meses sobre lías una crianza de medio año en barrica nueva, tostado que se manifiesta en la nariz junto a notas especiadas, ahumadas y minerales. Boca fresca, con recuerdos de fruta madura y postgusto amargo que no molesta.
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