Desde hace unos diez años toda una nueva generación de vinos rosados reivindica un puesto entre los grandes para este tipo de vino, históricamente considerado como de segunda o tercera fila, incluso por sus productores. El tirón internacional, que parece remitir, no ha tenido reflejo evidente entre los consumidores españoles. La ola llega con cierto retraso, si es que llega, pero la calidad está ahí con unos vinos que rompen los viejos esquemas.

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