Sí, no lo duden, el vino es un buen compañero de mesa aún en los más calurosos meses de verano al contrario de lo que a no pocos puede parecer. Aunque son muchas las mentalidades reacias a admitirlos como tal, son más que abundantes y reseñables las alternativas veraniegas en lo que a vinos se refiere, y seguro capaces de sorprender a todo el que le da esa oportunidad. Obvio resulta que la cerveza es un fuerte rival para el sector vinícola, y más en estos meses de altas temperaturas, pero, si bien es verdad que en el campo de batalla el desequilibro de fuerzas es más que patente, es mucho más acertado considerarlos complementarios. Los bebedores de vino son, en general, buenos consumidores de cerveza, aunque a la contra cueste un poco más… No podemos olvidar que ambos productos tienen alcohol pero además que una y otro, bien elegido, pueden resultar bien refrescantes.
He aquí el quid de la cuestión. Más allá de que la cantidad alcohólica en un vino sea mayor, lo que resulta determinante es servirlo a la temperatura adecuada pues será de ese modo cuando, la referencia en cuestión, cumpla con esa deseable función de refrescar. Para ello, por favor, huyamos de la temperatura ambiente, un concepto que tanta confusión ha creado, crea, y tanto daño hace al vino. Es fundamental que tanto en casa como en los establecimientos los vinos estén bien conservados y que al servirlos, en esta época, se haga con un par de grados por debajo de lo requerido y recomendado para cada tipo de etiqueta ya que con el hecho de abrir, servir y dejar la botella en la mesa los perderá al momento. Pero además, ¡vivan las cubiteras y el hielo!, los grandes e indispensables aliados no solo de blancos, espumosos o finos, sino también de tintos. Úsenlos y pídanlo, lo van a agradecer y disfrutarán mucho más del vino en cuestión.
Unas previas breves pinceladas sobre las formas para ahora adentrarnos en el fondo, esto es, en la cromática paleta vinícola disponible para no dejar de beber vinos en verano a pesar de las altas temperaturas. Referencias que por sus características hacen un estupendo buen papel si son bien tratadas, como acabo de apuntar. Vinos a los que se puede ‘sacar’ de barbacoa, pedir para acompañar una comida informal, y de perfil más frío, escoger a la hora de un aperitivo refrescante, o para disfrutar y compartir en una tarde de terrazas o en el chiringuito. Distintos perfiles de vino que pueden dar la cara, sin sonrojarse, en toda clase de ocasiones sin necesidad de recurrir a aliados, a priori más frescos.
Sin duda, finos y manzanillas se cuentan entre ellos, vinos ideales para el verano gracias a su tipología. Su carácter salino los hace frescos e intensos al paladar. Muy aromáticos en la boca son perfectos para el aperitivo acompañando, por ejemplo, mariscos varios o jamón ibérico, además de resultar muy interesante las buenas migas que hacen con la cocina japonesa. Importante tomar fríos, a unos 8º. Puedes apuntar Tío Pepe, La Ina, Fino Quinta, Manzanilla Solear o La Gitana.
Están los blancos aromáticos, elaborados con variedades perfumadas y fragantes como riesling, gewürztraminer o moscatel. Uvas que aportan dulzura, amabilidad y sedosidad en la boca, vinos untuosos y muy apetecibles por su delicadeza. En el caso de los moscateles, preferentemente los blancos dulces de zonas como Alicante o Navarra, jóvenes y muy vivos. Aquí tenemos referencias como Viñas del Vero Gewürztramier, Enate Gewürztraminer, Waltraud Riesling, Moscatel Ochoa, Moscatel Enrique Mendoza o MR, este último de Málaga.
En el apartado de los espumosos hay que pensar en cavas jóvenes, de añadas recientes y con poca crianza sobre lías, vinos en los que se manifiesta en mayor medida el carácter primario y frutal, y donde el carbónico supone un compañero ideal porque aportar viveza y alegría. Incluyo en este grupo los cavas rosados, ligeros y untuosos. Unos y otros para tomar muy frescos. Apuntad marcas como Castillo Perelada Brut Nature Vintage, Jané Ventura Reserva de la Música BN, AT Roca Brut Reserva, Agustí Torelló Mata Brut o el Argent Rosé de Gramona.
Luego, para muchos son sinónimo de bebida para el verano los rosados jóvenes, un mundo por descubrir como ya hemos reseñado hace tiempo en esta misma página y sección. De todos selecciono los más ligeros y ácidos, los elaborados con variedades autóctonas como la garnacha o la tempranillo, para consumir nada más salir al mercado. Vinos frescos, ágiles, fáciles de beber y sin grandes pretensiones, recomendables como aperitivos o para acompañar comidas ligeras. Los elaborados con variedades foráneas como la cabernet sauvignon, merlot o syrah confieren mayor estructura y tanicidad, es decir, resultan rosados con cuerpo de tinto. Para mi propuesta estival, reseñables las ‘etiquetas rosadas’ de Muga, Ramón Bilbao, Gran Feudo, Homenaje, Ercavio … e incluso Peñascal.
También es un buen momento para los tintos jóvenes, ya muy asentados tras varios meses en botella desde su salida al mercado, y los maceración carbónica (*). Unos y otros destacan por sus aromas frutales, florales y frescas notas herbáceas. En cuanto a los elaborados por el método de maceración carbónica, resultado del primer contacto de las uvas entre sí, confieren al vino jugosidad, vida y cierta efervescencia, a causa del carbónico. En general, tintos agradables al tacto, con alegre y fluido paso de boca (frutal y floral). Entre las diversas alternativas se cuentan Murmurón de Sierra Cantabria, Milflores de Bodegas Palacio, Luberri, Erre Punto de Remírez de Ganuza, Baigorri, Viña Norte, o el Castillo de Alhambra de la manchega Vinícola de Castilla.
Por supuesto, tampoco pueden faltar los blancos del año (añada en vigor, 2013) con los albariños al frente dada su marcada acidez, que les otorga frescura y viveza. Blancos aromáticos, ligeros, equilibrados y con un intenso final de boca que recuerda su lugar de procedencia. Aunque no hay que descartar otros blancos de nuestra geografía como los elaborados en Rueda, Ribeiro o Penedés, eso sí, del año en pro de esa frescura deseada. Como albariños de muestra, Mar de Frades, Do Ferreiro, Martín Códax o Paco & Lola.
Y para terminar con una curiosidad, propongo los particulares vi de gel (vino de hielo), tan escasos en nuestro país como personales, en los que el mosto es congelado parcialmente para lograr una mayor uniformidad al elaborarlo. En este caso, en España destaca la firma Gramona, pionera en este tipo de vinos cuando de calidad se trata, con Gramona Vi de Glass Gewürztraminer o Riesling-Muscat entre los reseñables.
Como anunciaba, un abanico más que variado para todos los gustos y situaciones pero, sobre todo, para certificar que el verano y sus altas temperaturas no tienen que ser incompatibles con el consumo de vinos siempre que estos estén bien elegidos y de la mejor forma servidos. La prueba queda en sus manos, ¡salud!
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(*) Maceración carbónica: Un proceso de fermentación en el que los racimos de uva son introducidos enteros en depósitos saturados de anhídrido carbónico. El peso de los racimos hace que algunos se rompan liberando una pequeña parte del mosto que inicia el proceso fermentativo. Luego, en el interior de cada grano intacto, dado que están privadas de oxígeno (expulsado por el carbónico), arranca una fermentación que transforma el ácido málico y parte del azúcar se metaboliza en alcohol. Acaba formándose una burbujeante espuma violácea en la superficie. Esta fermentación dura unos siete días, dependiendo de las condiciones de temperatura, y tras esta maceración carbónica las uvas son prensadas. El mosto resultante se somete a una segunda fermentación, esta ya convencional.
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